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Entonces finalmente se inaugura el blog de haikus. Es un proyecto que a Debret Viana apenas le toca apadrinar, pero habrá de conformar un reposo de Infimos Urbanos, un sitio suave, aéreo. Se llamará Las Aguas Etéreas; y todavía está en pañales. Se espera que con Anatomía de los pasos solos, se genere una suerte de maquinaria. Pero toda expectativa es pretenciosa. Al menos sirva este nuevo espacio de excusa que justifique la poca prosa de Debret Viana, ocupadísimo en la delicada construcción del nuevo blog.
principio
La vanidad me hace pensar que él sabía que yo era un escritor, que me había leído y por eso me eligió para entregarme su manuscrito. No es algo que pueda saber. Por lo que me consta, pudo haberselo entregado al primer desconocido que encontró. Tal vez mi recepción obedecía a un calculado juego. Tal vez ya estaban coordinados los pasos siguientes, que juzgué míos. Tal vez ni siquiera eran sus versos: ese cuaderno pasaba ritualmente de mano en mano. Esa tarde no cruzamos una sola palabra. Se acercó a mi mesa, dejó junto a la tasa de café su cuadernito de tapas azules, y desapareció. Pensé, en un principio, que era un vendedor de artesanías. El cuadernito me parecía bonito, lo tomé y ví como pasaba junto a la ventana el muchacho, perdiéndose. Abrí el cuaderno, y noté que estaba todo escrito. Una letra apurada, desprolija. Azul. Eran haikus.
Después de haber leído los haikus del muchacho, pensé que era un poco injusto que el circuito se acabase así. No sabía su nombre, ni tenía modo de dar con él. Pregunté al mozo: jamás lo había visto. Quedé sin poder replicar sobre su trabajo. Ahí fue cuando se me ocurrió crear un blog, subir sus sutiles ejercicios literarios. Desconozco con qué propósito. Me basta saber que es una bella historia. Prefiero ser el puente de estos versos, que el lugar donde encallan.
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De los haikus puedo decir que algunos no están mal. La mayoría no obedece a la métrica establecida por el lejano oriente, pero andan cerca. Algunos simplemente parecen aforismos baratos. Pocos cumplen la sentencia de Basho: capturar el aquí y el ahora. Son más de 400 (no los conté). No publicaré todos de inmediato. Guardaré algunos en el cuaderno todavía, y cada tanto iré revelando - y consecuentemente perdiendo - algún otro. No me parece celoso pretender guardarme un par para mí.
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