16.1.11

impostergabilidad del Otro

la mirada nombra el ojo.
el ojo es capturado por la mirada.
la mirada es táctil. la mirada es un llamamiento.

por eso son detestables los asientos enfrentados en los colectvos.

14.1.11

el espíritu de la escalera

Deflación de la palabra dada al viento. Algo que pudo haber movido algo, si se hubiese sabido decir antes. Compleja asimetría de las cosas en el tiempo: futilidad de haber logrado la frase exacta, pero un poco después, cuando ya suena tonta, vacua, rencorosa. Souvenir de una victoria plausible mientras cuento los cuerpos en el silencio del campo de batalla.

apuntes sobre el signo - inabordablidad pero no ilegibilidad


Si me comprendieron, fallé.
Pero si creen que me comprendieron, ya se trata apenas de una ilusión. Lo más que pudo ocurrir: que ustedes, lectores, hayan significado algo del signo que devino de mi fallada necesidad de decir determinada cosa que no llegó a ser dicha - y por la que en cambio, se escribió lo que se viene escribiendo hasta aquí.

Cuando "comprendes" (cuando vos, lector, decís "ah, entendí!"), lo que haces no es asimilar el signo en sí, ni aquello que se te intentó significar. No. Lo único que te sucede es que logras dar un sentido (probablemente tuyo a priori) del signo que fue colocado ante vos.



No hay signo que sea penetrable.
No hay signo que sea concluso
Lo que se acerca, lo que se da no es falso - porque no miente, pero es falso - porque su indeterminación lo vuelve resbaloso, elusivo, intratable salvo que aceptes lo que da:  una acepción, una faz del signo de la que extraes un sentido. El resto, quedará siempre opaco, pospuesto, inabordable.



De un mismo signo no siempre es visible la misma faz. Puede presentarse diferente (incluso diferente a sí mismo) según el contexto, la luz, el tono, el receptor, el montaje, la iterabilidad, el tiempo, etc, etc, etc. No por esto has de guardar la esperanza de que, eventualmente, a fuerza de volver ante el signo - o bien que el signo retorne una y otra vez ante vos - con el tiempo, habrás de asimilarlo. No. El signo es plural, ecléctico, polifónico. Y con esto no solo contradictorio consigmo mismo. Sino también indiferente.




5.1.11

y paro de llover. minutos, nada más, duró la lentísima agua. y ese parar de llover es como el codo que borra lo que la lluvia casi nombra. y es también una forma de puntuar la nada. sería necesario alguien muy atento, muy insomne a lo sutil del reptar de la nada entre los intersticios de las cosas para afirmar que todo eso - la lluvia, y con ella el viento cansino, y el arbol de enfrente y la calle - realmente existió.

nada

3am, un disco de amanda palmer, galletitas de chocolate y la ventana abierta mientras escribo como una manera de declamar el espacio ocioso de la madrugada, y también a la vez como una manera de decirme lo inerte de la escritura ante el mundo, la vida, allá afuera. escribo, dos, tres líneas, y miro para la ventana. nada ocurre. pero la ventana está ahí, y es una promesa. el árbol de afuera, la calle desierta, la basura en el cordón de la vereda, un auto que pasa, lejos, un inadaptado al que le sobró pirotecnia de año nuevo en la distancia, la esquina con su vacío suspenso: todo eso son formas de la nada. y sin embargo, cada tanto, miro. no miro precisamente como se mira, buscando algo o informandome de lo que hay. miro como tic, como forma evasiva, y cuando viene la levísima brisa desde la ventana, la siento como un llamamiento de la noche, y miro otra vez, y no ocurre nada y no me decepciona porque el suspenso ha quedado abolido y es esa aparente nada la silueta misma de la noche, o de esa parcela de la noche que se da por mi ventana. y al rato, entre las intermitencias de mirar y no mirar por la ventana, de forjar una línea más a la novela eternamente inconclusa, sucede algo.  afuera, comienza una suave lluvia, que ronronea sobre el asfalto con un no sé qué de sensualidad que debe venir quien sabe de la lentitud de las gotas, quien sabe desde la tersura del murmullo de las hojas del arbol de enfrente, mecida apenas por un viento que existe tan poco que casi es aire quieto.