7.8.09

la muerte, el horror de tener que despertar hacia lo real

fragmento pessoano

basta con que la vida sea breve y transitoria
para ser sueño. a mí, como a quién sueña
y oscuramente sopesa la segura pena
de tener que despertar
a mí la muerte,
más que como la muerte en sí, me aterra
como el horror mismo de sacarme del sueño
y entregarme a lo real.

Fernando Pessoa

Primer Fausto
parte uno, XXXIV

poética de la ausencia


Habrá de reinar solo aquél que logre administrar con destreza su propia ausencia. No basta simplemente con no estar. Es preciso que esa falta sea perceptible, que ocupe un sitio, que signifique (no importa qué: algo: un punto erótico de la ambiguedad desde donde se derivan significancias plurales). Lo que falta debe hablar, debe gritar. La ausencia empieza en la necesidad vital de la presencia. A orillas de la presencia nace su propia postergación trashumante. Sólo mediante la omisión se ejecuta el poder de manera ineluctable. Incluso el placer se da puro en la propia ausencia de uno mismo. Es intratable un goce que implicase a la vez el peso de la conciencia de quien uno es. Lo único malo de decir estas cosas es que son demasiado tao.

Dice Nietzsche, en Humano, demasiado humano:

"Decimos que disfrutamos de una cosa, pero en realidad disfrutamos de nuestra ausencia. Disfrutamos del modo en que nos ausentamos en esa cosa."

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5.8.09

remembering The Tempest


¿Y si en verdad lo de Próspero es todo una fachada, y Shakespeare se encarnó a sí mismo en Ariel? Un ser extraño y etéreo, forzado a perpetrar ilusiones teatrales a modo de deuda para con un poderoso señor (lleno de libros y trucos, pero sin la chispa de la magia) que lo habría liberado y esclavizado. En el momento en que Ariel salda su deuda, desaparece. Deja, como señuelo, a Próspero en el centro del escenario, un viejo decrépito que se manda la parte, y perpetúa la circulación de los enigmas, para así, leve y hermético, poder huir tranquilo, sin que nadie lo persiga, ni sospeche nada (y se mantenga la ilusión infantil de que tales dotes son terrenales, y moran en los libros).