7.8.09

poética de la ausencia


Habrá de reinar solo aquél que logre administrar con destreza su propia ausencia. No basta simplemente con no estar. Es preciso que esa falta sea perceptible, que ocupe un sitio, que signifique (no importa qué: algo: un punto erótico de la ambiguedad desde donde se derivan significancias plurales). Lo que falta debe hablar, debe gritar. La ausencia empieza en la necesidad vital de la presencia. A orillas de la presencia nace su propia postergación trashumante. Sólo mediante la omisión se ejecuta el poder de manera ineluctable. Incluso el placer se da puro en la propia ausencia de uno mismo. Es intratable un goce que implicase a la vez el peso de la conciencia de quien uno es. Lo único malo de decir estas cosas es que son demasiado tao.

Dice Nietzsche, en Humano, demasiado humano:

"Decimos que disfrutamos de una cosa, pero en realidad disfrutamos de nuestra ausencia. Disfrutamos del modo en que nos ausentamos en esa cosa."

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4 comentarios:

frank dijo...

si, puede ser.si lo pienso bien es posible que lo más importante que creo que tengo es lo que me falta. pero creo que es porque soy medio boludo.

Lara Mon dijo...

excelente blog, pero nobleza obliga: extraño los cuentos.
y no soy la única.

gabriela dijo...

yqué pasa si mi ausencia no significa nada para nadie, eh?

Debret Viana dijo...

frank;

no descarte esa perspectiva.

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Lara;

Gracias Lara. Estoy un poco celoso de los relatos últimamente. Ya caerá alguno a este sótano.

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Gabriela;

Supongo que, al igual que si tu ausencia significase algo para alguien, no pasa nada. Nunca pasa nada.