22.4.08

time flowing / in the middle of the night




Dolor de muelas. La noche se ahonda. Pasan más lento las cosas - presiento el tiempo en mi cuerpo -. Ni siquiera en el sueño me evado del dolor: no duermo, o me despierta el dolor, o sueño que me duelen las muelas y que no puedo dormir. Es cierto que nadie ha muerto de un dolor de muelas. Pero también es cierto que nadie puede vivir así. Concluyo que estoy en un sitio enrarecido. Herido de una herida que no encalla en la muerte, y entre tanto, explayándome en una agonía que impide todo atisbo de vida. Conozco ese lugar: es la escritura (tal vez por eso es que escribo otra vez, después de tanto tiempo). Y sin embargo, ahora es peor: saldré de la escritura para seguir en ese espacio inconcluso, ilimitado. El dolor de muelas; el laberinto del tiempo; mi cuerpo insepulto.

.Errar.




los infinitos
capullo de los intersticios.
Errar.

20.4.08

la sangre que se pierde se pierde

larvatus prodeo

La tragedia de la melancolía: que muchas veces se parece a la vida. Hay quien se reseca de melancolía sin saberlo: su pulso declina entre los ruidos de la casa quieta, y la sangre que se pierde se pierde de manera tan monótona que esa pérdida tiene las maneras de un ritmo similar al curso de las cosas cotidianas; y la inercia, que acepta el vaivén de los vientos y de los vahos, se dismula adoptando gestos civilizados. Yo mismo, tantas veces me confundo con mi vida. Y tengo tanta gente cercana que me ha reemplazado por ciertas acciones que cometo. Avanzo con una máscara como cualquiera, y hago esfuerzos brutos y patéticos por señalarla, por delatarla. No me toman en serio: creen que es otra pirueta, una forma de romper el hielo, de decir hola.
La tragedia de la melancolía: que se parece a las horas. No las horas insomnes de la noche, tan vacías que enferman de silencio hasta hacerlo mover, verbalizan la carne de nuestros fantasmas insepultos. Las otras horas: las comunes: las esperas en las paradas de los colectivos, caminar las calles diurnas, vestirse para salir, subir escaleras, conversar solo para que las palabras nos dividan del otro, para mantenerlo lejos, hacer trámites, el trabajo, la preocupación por las cuentas, el rumor de los gobiernos en los periódicos de los puestos de diario que pasamos sin prestar demasiada atención, el tiempo indiferente corroyendo el nylon de los carteles publicitarios, etc. Esas horas en las que hago cosas, y si me encuentro con un amigo por la noche o me llama mi madre por teléfono y me pregunta ¿qué hiciste hoy? son esas las cosas que enumero, como si tuvieran que ver algo conmigo (y no lo otro, el murmullo interior). Sometido al lado de acá de las cosas, vivir sin notar que lo que tomamos por vida es simplemente estar triste.
El silencio - la forma del silencio - del zapping anestesia el ansia de un grito coagulado. Parece que nadie escuchase esa agonía (ametrallar un teclado no redime nada).

6.4.08

en la noche, releo

No poseo otra verdad que el silencio, en nombre del cual, despertado entre mis sábanas por las chinches, hablo como si me rascara. Lo que anhelo: la interminable noche de ausencia, una eternidad de palabras enfermas, a pesar mío pregonadas al oído, mi impotencia, la enfermedad mortal de las palabras, mis lágrimas, mi ausencia (más pura que mis lágrimas), mi risa, más dulce, más maligna y más vacía que la muerte.


Georges Bataille
(en: la felicidad, el erotismo y la literatura)