24.9.09

*



modi

convocado por los ojos vacantes de Modigliani

(más tersura en sus sinuosas cavidades
que los vacuum eyes de bob dylan)

rara succión de esos ojos
como cavernas
a un espacio abismal

no lo sé, tal vez espejan
predictivamente
el vacío que (los) miran

los inhumanos ojos
de Modigliani
atormentados de lábil cavidad

¿qué artimaña, qué destreza,
qué desolación
lo llevó a sembrar
el vacío
en pleno rostro?

dicen que picasso
tuvo una última palabra antes de morir
y que su rosebud
fue Modigliani

pintor proletario
forzado al retrato
para comer
pero aun ahí
guardaba unas pinceladas
para su propia aventura:
la poética del vacío.

a veces
distingo en esos ojos
un rumor de mar
o una espesa tiniebla
siempre
me inquietan

también tendría que decir
algo sobre los cuellos
sinuosos y altísimos
de Modigliani;
pero sigo cautivo
de esos ojos,
de verdor azulado
que debería vestir el alma
si el alma fuese
un hecho estético

vuelvo a verlos
los pienso.

nunca me hablarán

ese es nuestro diálogo
no tienen nada para decirme
pero sí mucho
que hacerme soñar

sí, sobretodo en los ojos de las mujeres
pero ese enigma no era de ellas
modigliani
lo hacía nacer
lo posaba
en la parte de ellas que ellas no podían ver
y el reflejo
de su interioridad inaprensible
se diluía en el agua
de los ojos que lo miraban
formando ese color
imposible

las modelos cumplían ese doble rol
le daban un cuerpo
para que Modigliani practicase
la captación de la exterioridad
y luego estaban los ojos
donde la mirada
se revertía
y solo quedaba tal vez
un puro sensacionismo de sí mismo
mirándose

la mujer es un ánfora
donde reposa un enigma
que no les pertenece

así como la melancolía
de ver el mar de noche y solo
es tuya
y no del mar.

Modigliani
poeta italiano
sin versos
dandy pobre
plantó un enigma
en el siglo

ya no me importa qué vió la mona lisa

sueño en el umbral de los ojos de Modigliani
cosas tan fugaces
que apenas puede decirse
que existieron

quiero un antifaz
con los ojos
de Modigliani
para obligar a quien me mire
a penetrar
su propio
insondable
abismo
hasta extraviarse
y que la parte que vuelva
de esa jornada
sea loco, niño o profeta

quiero capturar el color
de los ojos
de Modigliani
para tejer con él
mi mortaja
o al menos
una remera cool
con la que pasear los sábados
y confundirme
con un mar abstracto

*

21.9.09

roadkill

III

a
Miento, cada tanto. No porque me haga falta. Ya no queda nada qué ocultar. La transparencia es una de las reglas de la posmodernidad, mediante la cual todo lo privado pasa a ser perverso o banal. Miento para no perder la costumbre. Miento para practicar. Por devoción literaria. Porque me parece necesario contribuir a la disolución de las fronteras de la ficción.

b
Con el tiempo, voy perdiendo fuerzas. La mentira es un esfuerzo delicado. Una orfebrería. Se me hace cada vez más difícil. Y noto como los años de técnica facilitan recursos tristes para no dar lástima. Últimamente, miento diciendo la verdad. Como tengo fama de mentiroso, me festejan las invenciones halagando mi creatividad. Para disipar dudas, procedo, justo después de haber dicho la verdad, hacer un gesto sutil pero inequívoco (como arquear las cejas o hacer un ademán teatral; es precioso como una frase se complejiza invulnerablemente puntuándola con un arqueo de cejas). Funciona bastante bien. Ya me conocen, y esperan de mí una perpetuidad sarcástica del ritual de mí mismo. Pero en algunos casos, sobretodo con gente joven, siento que perciben la verdad en mi discurso, y entro en pánico y los atiborro de gags para distraerlos de la cercanía de mi desnudez. Disculpo la mueca de horror en mi rostro con máscaras que labré con tiempo y oficio.

c
Aun asi, sufro. Cada vez tengo más verdades, me desbordan. En mi paranooia, fantaseo que todos ya saben todo, y me dejan seguir mi acto para reirse de mi obsesión por disimular. se complacen al ver descarrilar mis patéticas muecas mientras mi cuerpo se descubre, mis rostro pulveriza los velos, que caen como hojas muertas al costado del escenario, y mis palabras, en lugar de evadirme, de plantar falsos rastros, de excitar ambiguamente todos los sentidos, en todas las direcciones, en lugar de eso me dan en sacrifício, me delatan, me dejan (inerme y abierto). La verdad es algo abominable. ¿Por qué tengo que ser justo yo su emisario?

d
Cuando sueño, arrimado a mi angustia, los veo tender sus manos por detrás de la espalda, disimuladamente, y entrar en una región oscura que no logro discernir. Y en sus rostros ya se percibe claramente que cada uno tiene su piedra elegida, y que basta que uno lance la suya para que todos le sigan la corriente.

fin

20.9.09

roadkill

II

A veces, dejo delirar mi insomnio. Me es fácil vivenciar el naufragio de mi efímera terrenalidad. El extasis del extravío ocurre entre imágenes banales de otras vidas que ignoro (y bullen, como una visión frágil e intermitente, en la retina de mi ojo cerrado). Cuando regreso, ese contacto con la otredad total (que mora en mí, de algún modo, o que en mí tiende un puente o una pared con un agujero por la que me es dado entrever siluetas y sombras) frustra mi concepción de identidad. ¿Quién soy? Me pregunto eso, de vez en cuando. Quien soy, además de alguien que gusta en demasía abrir paréntesis longevos. Durante un época pude decir yo. Luego, solo balbuceaba. Ese fue mi período más honesto. Últimamente, me respondo: "nada: un estilo que narra esa nada".

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8.9.09

roadkill



I
De noche, ni siquiera duermo. Miro por la ventana y sueño una música cloacal de huesos rasgados por dentaduras pestilentes de animales atropellados por autos que manejan pendejos bobos con padres ricos la madrugada de los sábados.

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