8.12.04

... madrugada y literatura: fronteras endebles...





“Fausto:
(...) Alma, truécate en menudas gotas de agua
y cae en el océano para que no te encuentren nunca.”
La trágica historia del Dr. Fausto; acto 5, escena 2
Cristopher Marlowe


“Del montón de barro que cubre a Emilia siguen fluyendo las lágrimas, que ahora son un verdadero arroyuelo, y el charco que han formado va agrandándose.
(...) uno de los obreros lo ve, se detiene, y lleva hasta él al herido (...) lava con esa agua la herida de la muñeca y la mano de su compañero.
Pero no bien el agua empieza a lavar la sangre de la carne, empieza a curarse la herida; en pocos instantes, el tajo se cierra y la sangre deja de correr.
(...) ese charco que brilla inconcebible bajo el sol.”
Teorema, 16
Pier Paolo Pasolini

"A través de mis lágrimas cuento una historia, produzco un mito del dolor y desde ese momento me acomodo en él: puedo vivir con él, porque, al llorar, me doy un interlocutor enfático que resume el más verdadero de los mensajes, el de mi cuerpo, no el de mi lengua : "
Fragmentos de un discurso amoroso
Roland Barthes




- Habré de entenderte cuando tenga un hijo. Pero vos ya has sido hijo: ¿por qué no me entendiste nunca?-.
El padre [1] deja el cuarto y los ecos de la puerta estallada aun restan en las pupilas de ella, que ahora, cerrada sobre la almohada, llora. (como el autor, pienso tal vez que podría hacer una ostentosa metáfora con su llanto, pienso en lluvia, en rabiosas tempestades, en cosas saladas; me decido: ¿para qué la orfebrería?) Ella[2], todavía, llora. Moja la almohada[3] y su llanto es lento, musical. Su llanto conjuga el dolor en la carne. Parece tener frío: ella es un ovillo de nervios recogido sobre sí; pareciera una gaviota herida acurrucada inerme al costado de los vientos, con su llanto como talismán. (mi preocupación es otra: ¿qué hago aquí? ¿por qué narro estas cosas? ¿ quién es esta muchacha que aparece -empapada- en mis hojas?) Ella, desde luego, llora; una oración elevada a ninguna parte, grito afinado por el instinto, desnuda tempestad íntima de sentidos que estalla el alma, irrupción brusca de una animalidad que rasga las ropas urbanas para decir el más verdadero de los lenguajes[4] - el fisiológico -; furiosa seda que se desliza como un idioma furtivo, exacto: el llanto sabe antes que nosotros; y mejor. (yo agradezco no estar en esa habitación: no se qué hacer con el llanto de los otros; soy solamente un par de palabras inútiles, una superflua colección de reacciones lógicas, ajenas, y el llanto no requiere palabras ni explicación; es brusco, violento, poético; nada puede decírsele a un llanto, no hay respuesta que se pueda articular: es implacable) Brillan sus ojos empañados, que ahora fijados en el techo solamente ven nada - un tumulto de niebla, cóctel desprolijo de penas-. (¿qué imágenes recorre ella en este momento? ¿cuales son los colores que la atraviesan? ¿qué metafísica, qué indigestión hace de ella un trozo de vida tiritando de frío? ¿debo especular, falsearla?) No se seca los ojos, y sus lágrimas se lanzan estrepitosas por el acantilado de sus mejillas: sus gemidos no riman: el llanto es la poesía sin artificio. Ha gemido todavía un poco más -fiera herida-, unas sílabas empantanadas. Ella, su llanto[5]:

es a veces el verbo mojado que mece su piel,
es a veces el ritmo tibio de la marea que orquesta su desolada mirada prendida de la noche abierta,
es a veces el espacio ciego
entre el deseo mudo de miedo y el objeto del deseo brillando -indiferente-
es a veces una ciénaga de pastillas que adiestran el pulso rojo
es a veces una flor incendiada en el centro comercial de la ciudad
es a veces murmullo de cristal tirante que vibra al ronroneo de la lluvia
es a veces indómitos corceles desatados como una tormenta
es a veces la grieta de un alma callada en niebla
es a veces ...
(es a veces un solo nombre, indeleble: mi repaso de ayeres que no han sido)
es a veces metálico como un ritual epiléptico,
tributo cansado en los altares dorados del dolor;
una furia santa que - como un accidente - amanece
es a veces las veces que el destino trazado por la pluma onírica se te vuelca encima como una fiera, vuelto laberinto
es a veces una mariposa abismada, una silenciosa perla
para la que derramarse es como un grito de fierro
que suspende la conciencia –tanta fiebre de estar vivo-
es a veces
es a veces un duelo azul de sensaciones encontradas
es a veces un diluvio vano,
un reflejo romántico,
un vago despojo urbano,
es a veces una música encantada,
y lo conmueve


-colonización sensible de la dirección de la sangre: amor una efervescente temperatura que moja a su adversario;-


pero pareciera un grito
[6] - único, preciso - comprimido: su desesperación aguarda en otra parte, y esta escena acaso no sea otra cosa que el desprendimiento de lo que ha desbordado –garganta que no ha articulado su grito entero; que ha resbalado algunas sílabas -. (¿entiendo estas lágrimas? - las lágrimas no se entienden[7]- ¿comprendo acaso las razones que urden ese charco salado? nada sé de ella ni de los pliegues del destino que han devenido en esta pena desbordada, este capullo tenso de fragancias revueltas; no puedo decirla ni explicarla: ella es llanto; y el resto para mí es un enigma metafísico que ni siquiera sé preguntar; no puedo consolarla; no sé dónde ella existe; no es prudente que permita que adjetivos me engañen) Es un llanto tenso: los ojos fijos derraman la lenta herida de plata, revelan - en un accidente de luces- lo irresoluble de su drama. Es también un llanto tierno; verla es querer acercarse, secarle las lágrimas - para compartirlas y no para callarlas- dejarla llorar envuelta en terciopelo etéreo del material sutil con que se hilan las -idénticas- tranquilidades –múltiples- del atardecer sobre el mar abstracto o las pupilas frágiles de los amantes melancólicos que se gastan de soñar, presos de una fragancia; consolarla. yo quisiera un poco descifrar ese bruto manantial que le deforma la cara en un gesto no programado, una expresión que no es tolerable para la fabricación en serie, brote súbito de sincero pánico, de verdad ardiente, de descalza pureza olvidada, alma pura que dice su espanto desde el balbuceo original: sublevación de los moldes registrados por la cultura ensimismada; es cierto que no entiendo su llanto - ella tampoco entiende su llanto, porque su llanto es una interrogación, una verdad violenta en un lenguaje otro -; no lo comprendo, pero sé que su llanto no es un chantaje, que su llanto no es una serpiente: es un signo - no sé de qué -, pero en todo caso es cierto; como la sangre) En su casa - amplia, burguesa- no está sola. Sin embargo, la demografía no le toca las venas: ella siempre ha estado sola, helada[8]. Es en su cabello oscuro donde querría hundirse ahora, adormecer su leve existencia en un reposo aéreo. (¿cómo te llamás?) Por la ventana abierta un río de estrellas chorrea desde el viento. Ella se mira las manos, sin entenderlas. Apenas logra entristecerse un poco más: su rostro - suave y felino- se desfigura en verdad[9]; y la naturaleza todavía brota de sus ojos, que no ven sino hacia dentro. Algún recuerdo, alguna ensoñación[10] (inaccesibles: no sé leer en sus marcas) le descompone los rasgos - juveniles, preciosos -; su cara es el escenario de una guerra infinita donde jamás alguien podrá ver su agonía desplegada, su cuerpo una contorsión de vísceras, un espasmo callado, su cuerpo una batalla imprecisa y abierta, una muerte íntima, un llanto; y su llanto: oleaje atroz que sube desde el alma: su llanto es el reverso de la civilización. (entiendo ahora -no sé su dolor: no sé si esta por morir, no sé si está enamorada[11]- que la muchacha me cae simpática - yo no sé que significa ella para mí, pero por dos veces no he atendido el teléfono solamente por no desertarla -; de haber compartido estas páginas llego incluso a quererla, a sentir por ella: no quiero que en la próxima escena se abra las venas; decido: no habrá próxima escena[12]; tengo deseos de consolarla, me pregunto si será de este barrio; creo que cerraré esta libreta y caminaré muchas calles; antes de cruzar la puerta, tomo un pañuelo del cajón - de mi pasado -. No es mucho lo que tengo para darle).



warning: se sugiere al lector que las notas al pie sean adheridas a partir de la segunda lectura (idealmente a partir de la octava, pero comprendo el vertigo de estos días); durante el primer encuentro con el texto resultan prescindibles (y direccionan hacia una confusión irreversible con efectos secundarios como calvicie súbita de perone)

notas

[1] enorme, de mármol, altísimo en su postura de amo bajo sus dominios proletarios que simulan las rodillas gastadas del reptar instruido, civilizado.
[2] “Nadie lo (/la) vio desembarcar en la unánime noche (/cama de niña burguesa vuelta murmullo)”
[3] “dream theater”
[4] claro: Barthes
[5] ¡la orfebrería!
[6] resulta imprescindible la confección de un estudio sistematizado del grito: quién grita, desde qué figuras discursivas grita, texturas del grito, unidad del grito (cada ser posee un solo grito, que es interrumpido por la existencia? la humanidad posee un solo grito, y sus componentes lo articulan variadamente? armónicamente, azarosamente?), lo natural del grito, lo cultural (grito como primer paso hacia la comunicación, a la constitución de una lengua o el grito como composición fónica de una lengua para expresar lo inexpresable: símbolo de la lengua que comprende aquello que excede lo civilizado; percepción del lenguaje sobre sí que admite como imposible de erradicar absolutamente el brote instintivo) significaciones, resonancias, empleo, funciones y usos del grito a lo extenso de la historia para delimitar los matices generales que permitan asimilar el grito; y etc.
[7] nunca, nunca.
[8] llorar es siempre estar solo: la pose misma es ya soledad; las lágrimas dividen al cuerpo mojado del resto del universo, lo aíslan cubriendolo con un manto de sal: las aguas que caen alrededor vuelven a quien llora una isla. el llanto es un mecanismo de apertura extrema del yo íntimo: este yo ocupa toda la posible visibilidad de quien llora; el llanto es ensimismamiento: un bombardeo de luces sobre el inconsciente.
[9] la pérdida de la pose por acto violento puede llegar a concretar la expresión del yo –un yo que se ha expandido- íntimo, natural. pero claro, vía Pasolini es comprensible que la domesticación ha penetrado los huesos y la segunda naturaleza –el desierto, la modernidad- reproducen aun la voz que hierve del instinto. ergo: la catarsis expele la cultura misma; la salida está (¿está?) en otra parte (¿pero dónde?).
[10] yo no lo dije antes pero bien entiendo que ha sido una torpeza: la cara de ella es pálida. la luna es un espejo velado que ya ha acariciado su melancolía, enverdecido sus ojos y peinado, en las noches inmensas donde el tiempo se bifurca, su honda tristeza, su desencuentro. yo no lo dije porque no lo sabía entonces: ahora entiendo que esta muchacha aparecida en mis páginas es la misma del poema en prosa XXXVII de Baudelaire. yo no sé bajo qué otras letras habrá estado todo este silencio.
[11] ¿son cosas diferentes?
[12]
“(…) Your monument shall be my gentle verse
which eyes not yet created shall o´erread
and tongues to be your being shall rehearse
when all the breathers of this world are dead.
Shakespeare; soneto LXXXI, verso 13: You still shall live –such virtue hath my pen-
Where breath most breathes, even in the mouths of men”

4.12.04

Esto

¿Y si alguna vez sucediera algo? ¿Si efectivamente alguna vez
pasara algo trascendental, que
distorsione mis maneras sabidas, los días
iguales a los días,
mi madera podrida intacta?

Mientras tanto, habré de seguir

contando

granos de arena, gotas
de lluvia, colores en el pulso, sábados,
amantes en el catálogo de humedades
de las sábanas vacías, líneas
en la piel que me delatan, insomnios
que quisiera no merecer,
diminutos rastros de humanidad estancada,
escindida,
roncas ajadas páginas; yo

(98)
how to rule in the ruled universe

Mandar y obedecer son lo mismo.

La tentación por el poder (y su consecuente corrupción) es el explícito derivado de haberse rendido a la dialéctica del amo: es decir, haber obedecido, haber hecho culto de los roles, haber - acaso secretamente – reproducido la putrefacta cultura del esclavo.
Pero, nunca olvidar la trampa: mandar es ser un esclavo: se requieren aquellos que obedezcan para efectivizar el rol. Quien manda se somete no solamente a una cultura, sino también a aquellos a los que ordena, pues son imprescindibles para que su rol sea legitimo, y permanentemente legitimizado (actualizado).

El poder esclaviza: no importa quién lo detente.


(en este momento un policía impide a un muchacho la siesta en un parque. Siento pena por el policía, su función, su símbolo, su subordinación y toda la civilización. Pensar que hemos organizado las naturalezas y estructurado todos los recintos del día para lograr que los parques sean protegidos del sueño de cualquier pasante. Como si todo complotara para cerrarnos en la vigilia... ¡qué inmensa tristeza!)