27.6.05


HAPPY together
Mientras haya cárceles
no importa mucho quién esté dentro
y quién esté fuera
G.B.Shaw


I

No es que sea frío. Simplemente, no sé participar de la euforia. A veces me siento violentado por una emoción, pero a lo sumo termina en sonrisa, pestañeo, mueca leve. No grito goles, no salto en recitales, no bailo. Si me escandalizo, lo verbalizo racionalmente. No lloro, salvo por filmes, no he peleado jamás con otro hombre. No comprendo, cuando me insultan, más que un residuo del lenguaje, vaciado de significación, un reflejo sin reflexión. Lejos de enfurecerme, siento pena: recurrir a un muerto sistema de signos para agraviar debe ser una empresa triste. De no ser por la literatura, yo jamás saldría de mí. Siempre estoy en mis cabales. Todo un caballero. No grito. Ni cuando me enojo grito. He desarrollado una verborragia minuciosamente hostil, que es mucho más precisa que el escándalo.

II

Esto no significa que no sienta. Sino que nunca me salgo de la elegancia. Mi sensibilidad es honda - a veces la tengo que mecer con fármacos -, pero no me resquebraja la máscara.
III

Engaño metodicamente a la mujer que amo. Nunca me fue arduo lograr mujeres. No es que la monogamia me canse, no es que me aburra la mujer que amo. No. Sino que me acuesto con otras. Que pase semana sin que lo haga es una rareza. A veces me siento culpable, pero sé lidiarlo. Sé que mi placer no puede sanamente limitarse a las fronteras de un solo cuerpo. Trabajo para que eso no ocurra. Por supuesto, la mujer que amo no sabe nada de esto. Vengo haciéndolo hace años. Y no tengo intenciones de detenerme. Además, es una maquinaria: si yo quisiera parar, no podría. Soy cuidadoso, pero no mucho. No me fijo en detalles. Pero me comporto como si no hiciera nada malo. Es cierto que si alguien me mirara detenidamente, si me escrutran los bolsillos, la agenda, si me pusieran atención, se darían cuenta al instante. Pero nadie se da cuenta, y yo tengo que seguir. Pensé en algún punto que el amor que sentía por la mujer que amo me ayudaría a parar. No fue así. Entendí que son dos cosas diferentes.

IV

Temo perder a la mujer que amo. Sé que si se enterara, la perdería. Sé que si no se ha enterado todavía es por una fabulosa cantidad de casualidades. O porque no quiso. Y por esta sospecha - leve e insustancial - yo odio un poco a la mujer que amo. Su perversión. Pero no me detengo. Es un juego del que no sé salirme. Ni siquiera me gusta tanto. Pero amo mucho más a la mujer que amo cuando llego a ella después del cuerpo de cualquier otra.

V

A mis amantes nunca les miento. Me agrada el vínculo puro que he formado con ellas. Ni siquiera con mi psicoanalista soy tan sincero. Ni siquiera conmigo, en mi escritura.
En cambio, a la mujer que amo estoy forzado a mentirle. Es la única manera de mantener aquello que nos une. No porque el lazo sea falso, sino porque es frágil: como todo lo bello. Y, como todo lo bello, no resistiría tanta vigilia. A ella tengo que mentirle. Y mentir es un trabajo. Un trabajo arduo, cansador. Me agota. Lo hago porque la amo. Si no la amara, le diría toda la verdad. No me importaría. Y yo sé que de la verdad no vuelve sino un monstruo.
Creo que esto define bastante bien lo que entiendo por amor.

VI
Nuestra vida es feliz. Llevamos tantos años recorriendo la rutina del otro. He visto, sin desencanto, como el tiempo hundía grietas en su cuerpo. Pueden pasar días en que no necesite recuperar sus rasgos en mi memoria, pero bien sé que si yo sintiera su ausencia, ya no sabría nada de cómo vivir. Perdería las cosas simples: me ahogaría intentando atarme los cordones, no lograría dar con la cama para mi descanso, cada botón de mis camisas sería una emboscada que se alza en contra mío. Cuando me contacto imaginariamente con la textura de esos abismos, entro en la certeza de que nuestra vida es feliz.
VII
Sí. Nuestra vida es feliz.
VIII
Nuestra vida es feliz porque es teatro. Pero el teatro cuesta. Lo que he gastado para sostener los muros de la ficción es incontable. La tarea es titánica, y muchas veces siento que la verdad entrará perforandolo todo, deshojando cada una de mis ficciones. A veces me siento solo en esa responsabilidad, batallando ejércitos secretos que penetran nuestras vidas desde la cerradura o los pliegues de las ventanas. Pero, últimamente, descubro que ella colabora. Silenciosamente. Nuestra felicidad no puede tener mucho que ver con el estado real de las cosas. Es como un engaño armonioso, un cuento para niños. Dejamos la verdad suspensa para los días de lluvia.
Cuando yo no estoy, simplemente gasta dinero. Mucho. Llena la casa con tonterías y se incribe a cursos para todo. Son formas de la ilusión. Mecanismos que fantasmatizan las brechas.
IX

Si se llegara a enterar de la verdad, sería terrible, sería el fin. O no. No exactamente, al menos. Sé que, llegado a esta extrema situación, yo tendría una carta más; acaso la que siempre busqué. Allí, en ese momento trágico y decisivo, yo podría desesperarme. Finalmente, podría romper mi máscara; llorar, gritarle todo esto, que mi rostro quebrado y mis convulsiones sean el signo de lo que yo no supe decir. A través de las fisuras de mi máscara, brotaría la verdad. Una verdad conciliadora: una verdad que no me matara; que fuera armonía. Tal vez así, rompiendome hacia esa verdad, ella pudiese comprenderme.
Recién ahí tendríamos una chance. Y todo podría comenzar para mí.

X
Entre tanto, cruzaré miradas que acabarán en sexo. Traicionaré lo que más amo hasta lograr mi rostro.
XI
Pero temo, con profundo pavor, que ella elija mirar para otro lado, y continuar la farsa, perpetuarme como su esclavo, eternamente.
...
..
.
porque
toda la realidad
es así.
__________
__________
Soy un Adán que sueña en el paraíso,
pero siempre despierto con las costillas intactas


Arreola

23.6.05

Fuera de la literatura, me era en extremo difícil vivir; así que no dejé casi nada fuera.



Aun así, al mismo tiempo, todo está fuera, desde que me levanto hasta que me acuesto, porque tengo que vivir...


...como todo el mundo.


El adentro y el afuera (de la literatura) están en una permanente guerra por la supremacía; pero no son como dos ejércitos que se enfrentan, sino más bien como fuerzas que se suceden, en una guerra de metamorfosis y devoraciones.



Muchas veces me he preguntado en qué ocupa su tiempo la gente normal,

...cuando a mí el trabajo de seguir con vida me ocupa hasta el último minuto,



y apenas si me alcanza...
...
recorte de palabras sueltas
de la novela Cumpleaños, de César Aira (pag.48)
distancia


movement
prose

Y no hay nada. El vacío hincha los pasillos donde detengo mi mirada. Pero yo sigo buscando. Y sigo encontrando peldaños para descender en mí, y rincones oscuros y falsos rastros. Mientras yo siga buscando, nacerán las trampas, el territorio del delirio circular: me parece que los veo: crecen delante de mí los fantasmas que tropiezan mi vida - los veo brotar desde mis manos, cerradas en una pluma afilada; como detalles de mi soledad -.
Como la telaraña,
que brota
de cada cosa quieta.
Pero si yo dejara de buscar, si me quedara quieto en mí... entonces habitaría un error, una mentira (cómoda, tal vez: como las certezas frígidas sobre las que se vive una vida).
Buscando sufro. Y nada me asegura el acceso a la verdad - de hecho, solo he dado con fantasmas, bruma-.
(...) Al menos voy pasando de mentira en mentira, de farsa en farsa - soy como si tuviera esperanza -. No llego a ninguna parte, pero de a poco voy viendo que me he ido de casi todas.
Y ese vértigo no debe ser diferente a estar vivo.

20.6.05




Lo que pasa es que no sé cómo decir estos días. Cuento sueños ajenos porque no tolero mi vigilia. Cada palabra que doy es una fuga. O una plegaria. Cada palabra tendida es el ansia de una respuesta. Pero no: ese es el amante desesperado.
Yo estoy seco.
Yo sé para quién escribo.
Yo sé en la ausencia de quién escribo.
los otros




Cerré la puerta de mi departamento y me dirigí al ascensor. Iba a llamarlo cuando un personaje rarísimo ocupó toda mi atención. Eran tan alto que yo debí haber comprendido que lo soñaba. Aumentaba su estatura un bonete cónico. Su rostro (que no vi nunca de perfil) tenía algo de tártaro o de lo que yo imagino que es tártaro y terminaba en una barba negra, que también era cónica. Los ojos me miraban burlonamente. Usaba un largo sobretodo negro y lustroso, lleno de grandes discos blancos. Casi tocaba el suelo. Acaso sospechando que soñaba, me atreví a preguntarle, no sé en qué idioma, por qué vestía de esa manera. Me sonrió con sorna y se desabrochó el sobretodo. Vi que debajo había un largo traje enterizo del mismo material y con los mismos discos blancos, y supe (como se saben las cosas en los sueños) que debajo había otro.
En aquel preciso momento sentí el inconfundible sabor de la pesadilla y me desperté.
Borges
gates to uncertainty




Sopla un viento, muy frío, y oigo... ¿por qué oigo en el aire ese batir de alas? Oh, se diría que hay un pájaro, un gran pájaro negro planeando sobre una terraza. ¿Por qué no puedo ver ese pájaro? ¡Qué terrible aleteo! (...) Lo que me hace daño es la corona, mi corona de rosas de ese imperio desierto hecho de tinieblas. Se diría que esas flores están hechas de fuego. Me queman la frente. ¡Qué pétalos tan rojos! Se diría: manchas de sangre sobre el mantel... o las sábanas... no puede ser. No hay que buscar símbolos en cada cosa que vemos. La vida sería imposible.
Herodes en Salomé,
Oscar Wilde
foto: dv

16.6.05

...

Después se detiene delante del enorme espejo, sobre la repisa de la chimenea; mira su propia imagen y habla.
- Oh, aquí estás.
Lo saluda con dos dedos, guiñando un ojo. Y ríe.
- ¿Y, querido? ¿Quién de nosotros es el loco?
Alza una mano con el índice dirigido hacia su imagen, que a su vez dirige el índice contra él. Sonríe, con burla.
- Lo sé. Yo digo "tu", y tu con el dedo me señalas a mí... Sal de ahí, que tanto de tu parte como de la mía, nos conocemos muy bien los dos. ¡El problema es que los demás no te ven como te veo yo! Y, entonces, amigo mío, ¿en qué te conviertes? Me digo que aquí, enfrente de ti, me veo y me toco...tu..., según te ven los otros...¿qué te vuelves?... ¡Un fantasma, querido, un fantasma!... Sin embargo, ¿ves a estos locos? Sin prestar atención al fantasma que cada uno lleva en sí mismo, van corriendo, llenos de curiosidad, detrás del fantasma de lo ajeno. Y creen que es una cosa distinta.
Fragmento de Así es (si os parece)
Luigi Pirandello
A mí me resuenan lejanas algunas palabras de Kafka, donde los vampiros se bebían las palabras que enviamos a nuestros amantes. Cada vez que queremos perder la máscara, siempre es frente al fantasma.

10.6.05



Contrato en una servilleta de café
__
Varias veces se habían cruzado ya. La tensión en las miradas era una delicia que les recordaba que estaban vivos. Un dulce vibrar, la sensación de un pulso que los diferenciaba de lo inerte, del ritual cotidiano. Acaso, sentían que los salvaba. Durante un tiempo supieron respetar ese pacto. Callados, mirarse tímidamente. Tal vez fue pudor, cobardía. Yo creo que, a su manera, fueron felices. Cuando ya el roce no podía evitarse, cuando el silencio entre ambas miradas era un absurdo insostenible, él, para preservar esa furtiva magia del lenguaje, esbozó este contrato.
Esto sucedió hace mucho tiempo, en un rincón de una ciudad metropolitana.
un juego
parte 1
I

Un poco harto de las cosas iguales, los días parecidos a los días, la misma pasta dentífrica, las palabras que se dicen, etc.

II

Esto un poco como un riesgo, una fuga. Un juego que no quiebra nada pero al mismo tiempo es una música y una isla.
III

El contacto urbano es vertiginoso, asfixiante. Entre las cosas perdidas: la escritura. No digo cartas; lo epistolar es un esfuerzo. Sino que el juego más o menos así: lees este papel y tal vez no lo tirás y no lo perdés. Si te dan ganas, cuando me veas, me darás un papelito (que diga algo, cualquier cosa -¿qué importa que mientas?-). No hablaríamos nunca, y nuestro contacto casual tendría un poco de magia y de absurdo: me gustan las ventanas que dan a otra parte que no sea la vigilia.
IV

No vale decir nada obvio, nada automático. Este es el lugar para decir aquello que en la vorágine cotidiana no tiene territorio. Yo te digo por ejemplo que tengo un nombre pero que no importa, que te ví tan concentrada es ese libro de Arthur Machen que tuve que escribir esto sin saber por qué, que pienso que la tristeza es una condición de la música, que no espero nada de vos sino una voz diferente de la mía.
V
Correrte los velos sería asesinarte. La verdad demuele o asesina. La verdad es lo que, suprimido, no dejaría al descubierto sino la muerte. Como el Golem. La verdad es la parte del fantasma que necesita ser demorada. Todo esto se lo robo a Barthes. Lo que pasa es que yo sé bien que defraudaré este suspenso. Mi vida trabaja en contra de cualquier idea romántica que hayas logrado de mí. Siempre seremos otra cosa.
VI

Entiendo que este papelito no es típico y que estas situaciones no son usuales. Precisamente ese es el punto. Si no te gusta, si no te atrae, si no te enciende nada, podrás hacer un bollito de murmullo con el papel y dejarlo olvidado entre la calle; ¿quién sabe, después de todo, dónde agota su destino la palabra escrita?
VII

En todo caso, toma esto como alguien que te dijo hola como sonriendo, sin pretender un mensaje de los símbolos.
fin
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___________
Nota:
El contrato fue rechazado. La magia, disuelta. Conversaron en una esquina, caminaron algunas cuadras juntos. Luego salieron, fueron al cine, tomaron café, se acostaron, amanecieron - ajenos, intactos -. Las cosas que se hacen. Para ambos, el resultado de su vínculo era inferior a la promesa que el suspenso suscitaba. Y siempre lo sería. No importaba cuán perfectos fueran sus pasos. Con el tiempo, volvieron a ser comunes. Se distanciaron, porque cada uno era para el otro el signo vivo del naufragio de las quimeras. Algunas veces más se cruzaron. Intentaron no mirarse. Si era inevitable, se saludaban apenas. Con un gesto, con una palabra fría. Eventualmente, lograron volverse desconocidos, y olvidarse.

7.6.05


Nota a Diario para seguir un sueño:
"Tres cosas me resultan misteriosas, y tampoco comprendo la cuarta: el rastro del águila en el aire, el rastro de la serpiente en la peña, el rastro del barco en el corazón del mar y el rastro del hombre en una muchacha"
Proverbios 30; 18/19

5.6.05

Diario para seguir un sueño


"...and if he left off dreaming about you..."


I
El trabajo me deparó las mismas cosas en su mismo sitio. Más tarde, ensayar una obra de teatro que se extiende, se bifurca y se demora, pagar patrióticamente las cuentas, besar a la mujer que amo como un ritual mediante el cual la libro al mundo. Ya en mi casa, dedicarme a la lectura; y fue cuando, mientras escuchaba "Green eyes" de Nick Cave, y extendía mi visión metafísica sobre el áspero techo, quedé dormido y apareciste vos.

II
Me quedan ahora ramas oscuras que solo sinuosamente me permiten entrever piezas sueltas del sueño. Íbamos en un auto, con otras gentes sin rostro, que yo no conozco pero trataba como íntimos. Regresábamos de una suerte de fiesta -y es raro soñar con fiestas porque yo nunca asisto a ellas-. Vos preguntaste la hora. Era de noche, y alguien respondió las 6 y cuarto. Decidiste bajar del auto y yo entendí que era temprano para llegar a tu casa y que preferías caminar un poco. Acepté que esa era la avenida Acoyte, aunque en nada se asemejaba. Pensé en bajarme del auto a unas cuadras, pensé en alcanzarte. Lo siguiente que supe fue que ya te había encontrado, y era en un callejón oscuro y lleno de árboles de hojas opacas que se estremecían como lluvia y muros grises de una antigüedad y una tristeza milenaria. Yo te dije que recién entraba a las 9, pero yo pensaba en cómo iba a hacer, porque sabía que en el trabajo debía estar a las 7. Vos dijiste que teníamos tiempo, -querés tomar algo?-.
Lo siguiente que recuerdo es que era un claro día de sol, pero era el mismo día. Caminábamos juntos vos y yo -tenía que ser la tarde- por parques preciosos que la arquitectura de Buenos Aires no se ha permitido. Pienso ahora que ya he visto en otros sueños(1) el parque laberíntico por el que cruzamos sin perdernos, ni darnos cuenta del riesgo, ni de lo que habíamos encontrado: esa inconsciencia la del romance. Había visto esos parques, pero nunca esa laguna redonda, perfecta, quieta, nunca esos puentes de piedra, anacrónicos, que decoraban nuestras conversaciones con un contexto siglo xix.
Sé que hablamos de todo. Sin embargo, ignoro si es que no recuerdo las cosas que dijimos o si en el sueño yo acepté ya haber hablado de todo. Vos estabas rodeada de un aura divino(2) . A mí las cosas se me confunden un poco, y recuerdo que era de noche, que yo tenía que irme. Algo había pasado -tal vez algo se había roto- y vos me decías que me querías. Para mis adentros, vulgarmente, creo haberme jactado. Yo te decía cosas lindas que sé decir para endulzar lo imposible de tu verbo. Yo me tenía que ir. Vos llorabas. Me dijiste "es la primera vez que estoy enamorada", y nos besamos; y no era un beso de amantes con ese fuego abrasador que vence los párpados, sino una caricia compasiva.

III
Nada me ha pasado en este día que recuerde más vivamente que el sabor de tus lágrimas, ese salado altar que me bendecía. (Pensé, mientras se extendía el instante del beso, que ahora tendría que dejar a mi mujer, imaginé la situación, atravesé la idea de la pena, y luego llegué a mi vida con vos) Todo era precioso y tan triste. Cuando desperté ya eran las 12am y cené comida recalentada. Murmuraban a través de mí las marcas calladas de un sueño que había tenido y ahora no podía recordar. El encanto de lo poseído y perdido. Sólo sabía que me había sentido tan bien. Vi una película de Fellini y a las 4am, mientras leía un sueño de Talita en Rayuela, me llegaron las coordenadas mínimas de esa caricia onírica que brilló mi día. Si tengo la necesidad de escribirlo es porque no quiero perder la sensación de ese sueño, y no porque pretenda literatura. Por eso escribo, diminuto y simple, sin trucos: abierto.

IV
Yo sé que mañana indagaré en tu rostro rastros del sueño que hoy me ha desvelado. También sé que serás otra cosa, distinta por completo de aquella enamorada muchacha que soñé. Hablaremos cosas que se hablan, y vos no sabrás que me has besado, que yo probé la sal de tu sangre. Solamente resta un desierto de vigilia, allí donde no podes interesarme junto a las horas sucesivas y la inmediatez de estar vivo. ¡Qué nostalgia de la que nunca has sido...!

V
Tu nombre lo sé apenas y de tu apellido me enteré hace poco. Yo seré para vos un conjunto de gestos intelectuales. Tu cara habitó un fantasma hermoso.

VI
Detalle narcisista: pensé en darte estas palabras, en alcanzarte este texto como si fuera literatura, y secretamente mirarte mientras lo leyeras. Para qué, no lo sé: para ver si algo brilla o trastabilla en vos, para ver si sos vos la que cruzó conmigo los puentes de piedra y saló mis labios con el néctar más triste, o si el sueño es solamente otro episodio de la soledad, apenas ese mismo fantasma travieso de lo que no hay ni puede haber que ha tomado tus ropas para burlarme otra vez y dejarme herido, persiguiendo un cuerpo ya vacío.

VII
Te encuentro, dos meses después: definitivamente no sos la misma que soñé. Cuando te soñé no te conocía: supongo que por eso eras habitable por la ilusión –aunque yo, despierto, no lo supiera. Luego, vinieron días, te volviste humana. No es culpa tuya: someter tu destino a cumplir un libreto que mi deseo expone en el teatro nocturno es una cruz que nadie merece. En todo caso, tu imagen ha sido el soporte de un precioso espectro: de alguna manera eso te justifica (aun siendo que últimamente solo me das bronca porque te encuentro vulgar, torpe, vacía y sin nada para decir). Me queda este texto: saber que algo de mí fue dicho, y no importa demasiado que yo todavía no sepa leerlo.

VIII
Sucesivamente, en mis noches el rostro cambia. Otras mujeres, otros recipientes sirven de símbolo para exaltar mi soledad. Pienso que también el amor es siempre el mismo; nuestros amados son excusas de la necesidad del sentimiento.

XI
Como las pesadillas: el horror es mío, pero la imagen que se identifica con ese horror viene después; se fabrica como una coartada para justificar ese horror. Pero también me ayuda a comprender mi horror a través de una metáfora. Lo terrible: pasamos la vida temiendo a metáforas, sin tener idea de la fuente de la pena. Desandar ese camino, de lo literario hacia la expresión, deben ser pasos difícil. Un camino que termina en nuestro nombre verdadero.


(1) Hablo de otros sueños pero: si hay otros sueños no lo sé –aunque nada sé-, pero me es grato imaginar que existe un solo sueño, que es el preciso reverso de la vigilia: no producimos un sueño, sino que regresamos a él.
(2) (yo ahora pienso en Benjamin: delicia onírica: allí ni siquiera se me cruzó Benjamin; idea de ideal: acaso allí yo, salvado, ni siquiera era yo: la última redención).

3.6.05






Apuntes metafísicos
  1. El pasado está rendido; es irrecuperable (salvo como material de fábula)
  2. El escenario es también un lugar de venganza.
  3. Un ovillo hacia dentro. La enunciación trastorna. Todo se vuelve falso, todo es otra cosa. Decir es darse. Trastabillar.
  4. Todas las horas aves del sosiego azul, las horas naufragas...
  5. - Tal vez me quisiste porque verme te hacía mirar tu muerte. Mi cuerpo es tu último espejo. Un cuerpo hecho de palabras tuyas, de palabras muertas - me dijo, antes de irse.
  6. La milagrosa cifra, cuando las cosas que digo ya no signifiquen; y sean como urnas vacías.
  7. El recuerdo: una ceniza caprichosa que voy contando, como si quisiera componer la figura, hoy ya derramada en polvo. Una ceniza ruidosa, que, cuando la noche es profunda, susurra como las canillas que gotean.
  8. Gotean nuestras lágrimas secas.
  9. No conviene hacer mucho caso a esta opaca melodía de hojas muertas.
  10. Un pájaro. Un pájaro que vuela.
  11. Si de repente te detuvieras y te preguntaras "donde voy" o "donde estoy" o "qué estoy haciendo acá" estarías ya perdido.
  12. (pero donde, donde lo leí?)
  13. Un espejo debe mentir - o enseñar solamente la superficie; que es una forma de mentir -.
  14. 19.30hs dentista, Av Callao 2148. Doctora Trelles.
  15. Toda palabra del mundo es también una palabra mía. Me hiere o me delata. O lo que sea: pero me involucra.
  16. ...
  17. Por ahora es ruido; el murmullo de los otros: paisaje de lo ajeno.
  18. No sabés amar, entre otras cosas porque amás a una mujer en contra de la otra (me lo dijo la amiga de mi ex entre las sábanas de un hotel de Belgrano).
  19. Puede que mienta tres veces. Pero me delata por ejemplo la piel: las manchas como de una luz que anidó.
  20. Entre la hojarasca: ¿sabremos alguna vez de quien es esa voz, ese espejo con un cuervo en el íntimo fondo?
  21. Aceptar. Haber sangrado hasta aceptar que ese ruido y esa voz...
  22. Un pájaro que vuela buscando su jaula.
  23. Digamos que soy un pájaro: me encierran en este cuerpo y esta noche, y esperan que cante como antes.
  24. Aceptar. Haber sangrado hasta aceptar que ese ruido y esa voz, que toda la maraña inextricable de palabras en algún punto me dice, que yo estoy ahí implicado, que soy - siempre y también - todo eso: yo quedo dicho entre los murmullos del mundo.
  25. Tal vez es en las faltas de correspondencia, en mis propias faltas, donde se dice calladamente todo lo que se me secó.
  26. Tal vez.
  27. Si alguien entendió; entonces no fui claro.

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Líneas dispersas encontradas en los márgenes de un guión de una obra teatral que estaba dirigiendo en esa época lejana.



Greenaway
la misma escena


Un mes después - y con otra lapicera - pienso la ausencia del otro: ¿no es mi cuerpo muerto? Es decir: yo acariciando la textura de mi cuerpo muerto, yo cargando la pesada carne de mi cuerpo muerto, hundiendome.