Lo que pasa es que no sé cómo decir estos días. Cuento sueños ajenos porque no tolero mi vigilia. Cada palabra que doy es una fuga. O una plegaria. Cada palabra tendida es el ansia de una respuesta. Pero no: ese es el amante desesperado.
Yo estoy seco.
Yo sé para quién escribo.
Yo sé en la ausencia de quién escribo.
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