25.6.08

una elipsis

néctar de las cosas furtivas II;

un boceto



Le parece que, todavía hacía unos años, le podía haber reprochado que se estaba haciendo tarde. No tenía el caracter como para ir a buscarla, pero tal vez un llamado telefónico, un correo electrónico que simplemente dijera algo como:


Suman años los ademanes de tu silencio y tu indiferencia. Acaso una vez las cosas pudieron haber sido distintas, pero no lo fueron. Casi resulta natural que sea yo quien escribe estas cosas: siempre atento a exigirle al lenguaje que reponga las cosas que no pasaron. No lo sé: tal vez el lenguaje en sí no sea más que un tributo a la nostalgia. Siempre trayendo aquí cosas que no están aquí: corporizando fantasmas con el vaho de las palabras.


Yo puedo concebir, sin esforzarme en lo más mínimo, al lenguaje como un mecanismo de la tristeza.


De ahí que escribirte y no escribirte (escribirte a vos aquí donde no puede llegarte; aquí donde otros recogerán lo que digo sin vislumbrar el sentido que esmeradamente escondo o pierdo porque el rompecabezas no está completo - y las tres piezas que cerrarían más o menos la trama se confunden con un juguete roto o la lluvia ahí afuera sobre la madera del remoto sótano de tu memoria) sea algo ritual, como las palabras dichas a medias frente a una lápida añeja. Y ahí parado, cuando de repente la soledad se duplica, sentir que lo que se clausura es sólo la parte objetal de las cosas, y que todo lo demás sigue rumiando en el viento (cuando hay viento, en la lluvia cuando llueve, en el zapping por las noches, en las fotos viejas, ) como un murmullo de cosa pesada que se arrastra en los estribillos de las canciones tristes.

Verte o no verte... son apenas modalidades discursivas.

Ensayando frente al espejo formas de despedirme se me pasó la hora. Ahora, que es tarde para esas ceremonias, sólo puedo darte epílogos


Sos esto: una longeva elipsis en mi vida a la que solo puedo aludir con palabras. Tu manera de corresponderme - la distancia, las evasivas, la desaparición, la ambiguedad, la ilusión como vano salario de la espera - no me deja más que guardar por vos un raro rencor, como ante alguien que nos cierra la puerta frente a la cara justo antes de que hayamos podido explicarnos.

¿Sabrás alguna vez lo agitado, lo convulso de ese silencio lleno de cosas el camino de regreso desde tu puerta a mi vida sin vos? No sé. No importa. Vos tendrás tus tristezas tan otras de las mías. El amor es la cosa más solitaria.

...


Pero no. Nada. Sólo la ausencia definitiva. Y la memoria.
Así sólo pudo haber sido hace unos años. Ahora ya es tarde incluso para eso.


Ahora sólo pueden escribirse ficciones.


*

20.6.08

escribir

Pero, ¿qué hay de este propio hecho: ser poeta? Ese acto de escribir es un don, un don silencioso y misterioso. Pero ¿y su precio? De noche, la respuesta estalla siempre a mi vista con una claridad deslumbrante: es el salario recibido de las fuerzas diabólicas a las que se ha servido. Ese abandono a las fuerzas oscuras, ese desencadenamiento de las fuerzas mantenidas habitualmente al margen, esos abrazos impuros y todo lo que todavía ocurre en las profundidades, ¿qué se sabe además de ellos arriba, cuando se escriben las historias, a plena luz, a pleno sol?... ¿Queda alguna huella suya en la superficie? Tal vez haya además otro modo de escribir. Por mi parte, solo conozco este, en esas noches en que la angustia me atormenta al borde del sueño.

Kafka,
en el Diario

17.6.08

micro-relato

los muertos

Ya son muchas las veces que dije que no jugaba más. Pero es inútil; mis declamaciones son pasos de comedia. No me toman en serio: alegan que todo lo que digo son ardides para perpetuar mi lugar en el juego. Tengo que quedarme así, mirando para atrás, velando cada cosa. Agoto el privilegio de ser real vigilando el sigiloso advenimiento de lo que pendula en el silencio. Si me doy vuelta, se mueven, avanzan sinuosamente desde los rincones de sombra, progresan a través del territorio indómito que se abre detrás de mi espalda.
Apenas son discernibles los pasos de los movimientos. Diminutas monedas de rara seda: inaudibles; sé de ellas que cambian el aire del ambiente con su aliento rumiante: así siento su cercanía; me quedo quieto, expectante, pero nunca confirmo nada: mi inmovilidad los disuade. Pero el tiempo cede y mi atención me deja cansado. Es inevitable que, eventualmente, alguno toque mi espalda y yo pase al otro lado del juego.
*

El silencio es el regreso de algo.
Algo regresa en el silencio.
Algo, que en algún punto habrá de cruzarse con vos, avanza cuando hay silencio,
cuando le das la espalda.

16.6.08

madrugada, biblioteca; vagabundeo

" (...)
- Entonces vine a liberarla.
Si me decía que sí, ¿qué haría con ella? Si aceptaba todo, ¿adónde la llevaría? Fui afortunado: fracasé.
- El mundo de ahí fuera también es una cárcel. Al menos acá dentro no llueve ni hace frío.
Miré los muñecos y los mecanismos que nos rodeaban: todo estaba roto, nada funcionaba, y esa misma falla se adueñaba de nosotros, que de pronto no sabíamos ni qué decir ni cómo movernos.
"

De Santis, en El calígrafo de Voltaire

11.6.08

late afternoon dream view

*
que anidaba detrás de mis párpados

ni despierto ni dormido, en mitad de esa abrupta transición que encalla en la vigilia, robé del olvido una imagen que anidaba detrás de mis párpados; acaso un despojo del reverso de la vigilia: ese lugar donde habré de regresar después de la vana demora de los sucesivos procedimientos de estar vivo - entre ellos, salir de mi vida en el sueño, atisbar entre imagenes rotas un no se qué que se pierde con la alarma del reloj por las mañanas.

6.6.08

Hiroshima, mon amour, amen


*

Abro mi alma – mi interioridad, mi vacuidad – con estas palabras como una ciudad devastada por el desastre organiza un tour para que los turistas puedan recorrer el espectáculo de las ruinas, la frescura del sufrimiento.
________

( La literatura, memoria turística del desmoronamiento, instantáneo museo de Pompeya después del Vesubio pulcro del aburrimiento burgués, espectáculo del horror donde cada página es un sudario que abulta letras como piedras contadas en un reality show que enumera las fracciones de la realidad después del sismo, disneylandia patética de las tripas afuera, oscuro hilo de tinta hilvanado en el ocaso con el humo de la hoguera de las fosas comunes, ceniza oracular en hileras prolijas, apretadas por tapas de un libro que al cerrarse tiene de funeral sólo el sonido final del ataúd, simulacros vanidosos de un big crunch espiritual, que no pasa de indigestión, lluvia sobre el polvo de piedras de lápidas quebradas que mañana serán viento o río, y la misma lluvia. )

// * //


Oh literatura: concede la dádiva del sentido – una dirección, una música - a cambio de montar el show de mi lento derrumbe.
_____


4.6.08

ganz endere

sube un reptil
por mi pierna. cuando lo busco
se ha mimetizado: tiene
los colores de mi pierna, lo
confundo - con los días - con
mi pierna;
anida
en mí. Pronto
- no sabré cuando -
me reemplazará.
(así le pasó a mi madre; casi
no notamos la diferencia).

2.6.08

d´automne

*

Sobre los párpados el ronroneo del tibio sol otoñal, un día claro.

*

Levanto un pétalo roto del piso, que cayó de las flores que vende un peruano en la esquina. Lo pongo sobre esta hoja (antes, en la palma de mi mano – tan pálida que el fulgor del rojo del pétalo se recorta mejor – donde la miro y la miro, y pruebo su textura con mis dedos, y siento sus rugosidades, sus pliegues, y descubro sus matices y sueño con dormir arropado con sábanas de esa levedad y ese matiz, para que el simple roce me haga suspirar el influjo cansino de mis cosas soñadas – allí, en el reverso de la monotonía de la vigilia – como se exhalan las lentas cosas que resigna un cuerpo hastiado de tiempo.

*

Días más tarde, errando por el cuaderno, encuentro este texto. Cuando doy vuelta la página, está el pétalo. Completamente negro. La oscuridad de la tinta de mi lapicera. Si me alejo, tiene la forma de un hongo. Un hongo nuclear. Tal vez sea un pétalo de la rosa de Hiroshima. Si me acerco, le descubro venas. Son más negras que la tiniebla dispersa por la piel del pétalo derruido. Habrá navegado esos surcos el cáncer del tiempo.

*

( La tinta en la página es el tiempo que me libro de mí. )


*