18.9.06

páginas de autoconfesión




el devenir en monstruo (salvación)


Días extraños en los que entro en la vigilia con el lamento de no haber despertado, como Samsa, transformado en un insecto. Siento que esa es la única manera de verme librado de las mezquinas demandas de la realidad, de las fútiles obligaciones cotidianas. Como si solamente amparado en la estructura de un monstruo (un alucinado, un completo enajenado, irreconciliable con la imagen humana y no estos vagos brotes de espástico delirio a los que estoy acostumbrado y prostituyo en literatura) podría silenciar los hilos coercitivos que restringen el pulso de mi deseo y mueven la inerte marioneta de mi cuerpo extenuado por un sino de hastío y desasosiego, forzado a ser quien no quiero, a sostener mi rostro frente a un espejo roto hasta que esa imagen astillada se inscriba en mi sangre. Como si la única fuga – la única respuesta – que puedo articular ante la indeclinable marejada posmoderna fuese tornarme (de algún modo: evolucionar) en un desfigurado, un portador de una atrofia bárbara (babélica) e irreversible, de modo que no quedase en mí rastro – ni físico ni psíquico – que permitiese al orden de cosas recuperarme como súbdito, como persona.

Creo que ya es un poco así: el perseverante y crónico ejercicio de la literatura y el imperio mórbido de una soledad ininterrumpida y patológica endurecen sobre mí un caparazón que aísla y protege (y encierra); y es
volverse un poco insecto, un poco monstruo.

*


(Es natural: la exigencia de la escritura impone quemar el propio cuerpo, junto con todas las imágenes del alma: el escritor nunca sobrevive a su obra: arde en ella como en una oscura hoguera de la que solamente puede devenir en monstruo (alguien que sintió la verdad).)

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el grabado, de Piranesi (1720 - 1778)

carcere d´invenzioni, plate XIV

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La perversión de esta página (y este texto) es algo adictivo y sublime. De una manera completamente genial una antena poética capta la verdad que esconden los velos, la verdadera trama de la época. Debret Viana, no puedo hacer otra cosa que felicitarte. y me atrevo a hacerte una pregunta: qué edad tenés?

Vanessa Alanís dijo...

un poco insecto...
un poco mosco...

siempre caracol

Debret Viana dijo...

no lo sé: me resigno a que devenir en monstruo (es decir: me resigno a ser más que una cara bonita).
pero: tiene que ser justamente algo TAN baboso. prefiero un frankenstein, o un conductor de tv.

Debret Viana dijo...

Guillermo:
Creo que apenas puedo decirte "EPA". Aprecio que te hayas tomado el trabajo de leer este ejercicio de la soledad que es Infimos Urbanos.

En tanto a los demás epítetos, los atribuyo a algún afortunado malentendido (de toda celebridad y de todo exito participa la confusión). Y confieso que, si todo eso que decís fuese cierto, mi cuerpo - cualquier cuerpo - no resistiría demasiado sin caer fulminado: la vena profética tiene un costo fatal.

En tanto a mi edad, resulta que estoy demasiado viejo.
saludos.

laveron dijo...

las "carceris" de Piranesi...!!!!!!!!
así ilustre un cuento mío en mi viejo blog...
¡qué buen texto!
¡la gente que se intoxica escribiendo!
La Gran Obra....................