28.9.06

las paredes


Con el tiempo, aprendo a mirar las paredes. Paso tanto tiempo mirando las paredes (no sólo de mi habitación: de las salas de espera, del insomnio, de los hospitales, de los museos, de la fachada del edificio de enfrente, de las aulas de la facultad, de la madrugada, de innumerables idénticos hoteles, del sueño de otro, de los baños, durante el sexo, de mis párpados, mientras toco el piano, de los párpados de cualquiera, en cualquier parte del día) que me he vuelto un experto. Las paredes son un espacio que incita a la navegación interior. Enfrentado a la pálida monotonía de las sabidas paredes, las músicas que resuenan son ecos distantes de mis adentros. Así, repaso detalles perdidos y diminutos del pasado, imagino historias, digo todo lo que debí decir en tal o cual situación, contesto las cartas que no contesté, encuentro las frases exactas que derrumbarían el silencio de M.; en fin, despliego mi soledad en toda su potencia.

*


La potencia de la soledad está disminuida en el ajetreo diurno. Hay cosas que hacer, hay estrictos horarios, hay gente que se mueve, hay ruido por todas partes. Las verdaderas batallas se libran de noche; los verdaderos espejos descubren de noche su reflejo más afinado. De noche no hay nadie más. De noche ya no resta donde ir. De noche, ya no hay horarios. Las dos, las tres, las cuatro. Qué importa. Huelen igual, arden igual. Tienen ese silencio pútrido que emana de la muerte. Es la noche. Y lo único que sé oponerle es el ruido inerte de un zapping de televisor. No dura mucho, porque mirar la estática es como mirar paredes. Lo único que me salva es quedarme dormido. Pero es una fuga frágil que me escupe pronto al lugar de donde me sacó, sin alivio y sin remedio.



*



Bukowski dijo que él había nacido para mirar paredes. Que mirar paredes es lo único que cuenta. No sé.
Eso era un poema.
Esto, es mi vida.



*



a veces estoy
tan cansado
de mí mismo, de todo
que miro una fotografía, un cuadro
una película, la mirada
de una mujer,
la páginas de un libro,
un espejo y veo
paredes
paredes
paredes



*


Y cualquier parte de la vida es como una celda cuyos límites voy palpando en cada cosa. Conozco la vida como un presidiario conoce su celda.
Como cualquiera.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y de la construcción, su vértigo de plomada y ras! Su aspereza, su preguntado grosor, el relieve exigido,
la contención,
el continente y por fin
su contenido,
yo.

Cocó Chanel dijo...

Me fascino. Resto diurno en las horas, que hacen largo un instante cuando de noche se trata. Soledad. El ruido del amor entre hojas rotas. Gracias. Un abrazo de quien lee. (Un poema esa pared que nos derriba.)

Debret Viana dijo...

urah_dal: sí; una verdad (una asfixia) con sabor a Poe.

algo de mí: una suerte que haya sido de su agrado. no deja de ser un texto tibio, pero se agradece la beneplácita euforia. un abrazo (sus blog ha arrancado muy bien).