Había un trampa.
Mucho más tarde lee la frase "Y, a decir verdad, algo así fue" y comprende: hay una trampa. Era relegar la responsabilidad de todo el declive al desierto (a su paisaje agobiante, su clima de hastío, los acompañantes del camino, la imposiblidad de divisar ni una ruta ni un lugar dónde llegar, donde descansar, todo eso, el desierto).
Quien derrama su pena sobre la hoja ansía vaciarse; quien lo hace en forma de prosa, en forma de diario, lo que busca es una coartada.
Había que terminar con estos temas - que nunca terminan -. Y como los poemas de Valery - que nunca terminan - hay que hacer lo único que se puede hacer: abandonarlos. Pero no quiere escribir la frase (por pudor): Tengo que dejar de escribir sobre nosotros. Sabe que en el fondo, siempre escribe sobre él mismo. Y que los fracasos circunstanciales por los que su prosa va pasando son apenas la manifestación concreta de una bruma intangible y esencial que circunda su existencia.
Pero hay que dejar de escribir sobre estas cosas.
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sobre el texto "acontecimiento de la pasión, farsa de la despedida"
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