12.7.05

Una mujer con un niño en brazos


(...) Había perdido la cabeza, aquella mujer, se le veía, se sabía por la forma en que sus ojos no dejaban un momento de revolver en sus cuencas, y qué delgada estaba, tan desnutrida que no sé cómo lograba mantenerse en pie. No pedía de comer, sólo quería que le diera leche al niño. Yo iba a complacerla con mucho gusto, pero entonces me entregó al niño y vi que estaba muerto, que llevaba varios días muerto. Tenía la cara reseca y arrugada, ensombrecida, una criaturita que no pesaba nada, que no era más que piel arrugada y pus seco y huesos vacíos. La mujer seguía pidiendo leche, así que vertí un poco en los labios del niño. No se me ocurrió otra cosa que hacer. Vertí leche en los labios de la criatura y entonces la mujer volvió a agarrar a su hijo: ya satisfecha, tan feliz que empezó a tararear, casi a cantar, en serio, a cantar de esa manera tan jubilosa en que se arrulla a un niño. No sabría decir si en la vida he visto a alguien más feliz que aquella mujer en ese momento, alejándose con su hijo muerto, en brazos, cantando.
(...)
fragmento de La noche del oráculo
Paul Auster

2 comentarios:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Desolación, qué escena,
¿en qué libro de PA, está?


tan triste...

Debret Viana dijo...

es triste. es uno de los pocos fragmentos decentes de La noche del oráculo.
habrá que discutir si Auster efectivamente siguió escribiendo desde la trilogía de new york y The Invention of Solitude.