Grieta
Una de las ideas primitivas y fundadoras de este espacio ha sido trabajar en contra de la vigilia.
Para esto, entre otras cosas, he tenido que dejar los signos explícitos de mi animal político afuera de los márgenes de la ficción. Ya que la prosa enferma que se abisma circularmente en los textos pretenden ser la excusa de una falsa búsqueda por lo real-abstracto, lo diluidamente esencial y sepultado, esos latidos anteriores al reloj y las corbatas, he aceptado que toda alusión directa con los aconteceres del mundo significaban un entorpecimiento: ambigua, accidentada y abstracta la ficción debía fluir.
Así, he dejado fuera todo texto teórico, crítico, sociológico, político, etc. Y me he resistido ante las tentaciones de permitir que mi propia vida se implicase, con sus opiniones y banales detalles. Era otra cosa Infimos Urbanos como para herirle su aroma onírico.
No puedo decir que ha pasado impoluta por los caminos de la realidad, pero sí que ha habido un esfuerzo puntual por codificar todo lo que pudiese implicar una rememoración del estado actual de las cosas civilizadas. Quise erigir un desvío hacia ninguna parte. Ya que pretendemos despedazar un alma para ver cómo funciona, preferí los momentos donde la escritura era haberse caído de lo real, una suerte de testimonio de los espacios inertes. Tengo esta teoría sobre el vacío.
Teoría del vacío dos puntos
Cuando el vacío se aproxima a la vida de cualquiera, lo que sobreviene es el miedo. Vivir es actuar, y cuando el limbo nos roza, la piel se eriza como una arcada. Todo en la vida occidental está organizado para evitar el silencio. Las razones son simples: es allí en el silencio donde empieza el espejo. El contacto con el vacío es un principio de pensamiento. Por ejemplo, si vamos a ver una obra de teatro y es pésima y nos aburrimos. Ahí se abre un espacio de libérrima producción. Si la obra fuera buena, nos fascinaría: nos seducirían sus maneras y no podríamos sino adherir. Y si no adherimos, no podríamos sino pensar a partir de ella: todo lo bello impone, cuanto menos, una estructura. En cambio, si nos aburrimos las ideas que pueden surgir parecen obedecer al caos inicial. Por eso creo que allí, en el silencio, en el vacío y en el aburrimiento es donde nuestra callada esencia es el rumor que brota como serpiente en plena ciudad. No sé cómo he llegado hasta aquí. El tema era muy otro. Que yo no quería comprometer el clima de Infimos Urbanos con detalles del mundo.
Sin embargo, esta vez - sólo porque me he acordado de Lennon - me atrevo a permitir una levísima grieta. Tiene la forma de una fotografía. Que cosas así sucedan en medio del campo de batalla, que símbolos así se abran camino entre lenguajes vanos me da ganas, por un instante, de cambiar mis armas en este combate. Pero claro, es un instante no más. Porque yo solo tengo palabras.
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