27.12.06

la época enhebra sus metáforas

Un reloj - muy grande, de madera, sobre la pared del living de la deshabitada casa de mis abuelos - tan pesado que me sorprende cada tanto (de día prácticamente no existe: es un mero objeto que rinde su función utilitaria, pero de noche...), me petrifica en la habitación y creo sentir los pasos de alguien que sigilosa y monótonamente - pero voraz, implacable - se aproxima (por el ritmo, por la sequedad, por la manera en que retumban en el ambiente, por la forma en que rebotan en mi cabeza entiendo que esos pasos no pueden tener buenas intenciones). Y después, con todo suspendido (yo mismo vuelto un objeto inmóvil, tan perseguido que debo asumir la pose protectora de quien persigue) notar que se trataba del reloj, y sonreír para mí con suficiencia, para disimular, para disculpar mi ridiculez, para no tener que darme cuenta de que tenía razón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Elemental, querido Borges.

Anónimo dijo...

Eso sí que da rabia cuando uno se da contradice y se da cuenta de que sí tenía razón, desde el comienzo.

Debret Viana dijo...

mc clellan: habría que preguntarse: vale la pena escribir después de Borges(Kafka, Shakespeare,etc)? No después de Auschwitz, sino después de un alma tan caudalosa la poesía resulta imposible (salvo como cita, kitsch, o recordatorio).
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pardoja humana: sabemos más de lo que sabemos; como el texto sabe (es más sabio) que el autor del texto.