Se mira: se abre los poros, se tuerce los gestos, entra por los pliegues de la ropa, escarba en los límites del repertorio de máscaras. Se pregunta: ¿será que en algún punto mi vida sabrá ingresar en el ritmo de las cosas, cuadrar bajo su manto severo de monotonía coagulada y podré sentir, serena, la calma que proviene de la mímesis con las mayorías, de las tumultuosas sombras mezclandose en un mismo - - colapso , y no este reptar mezquino en las fronteras de la vigilia?
Debret Viana sabe de antemano la respuesta a ese tipo de preguntas: por supuesto que no. Por eso existe la música, por eso pasa noches desvelado frente a los dientes de su piano: para inundar la desarmonía del universo con algunas notas que por un rato le encaminen el alma desencantada por la ilusión de un sentido, donde cada instante de su cuerpo no es puro derroche, sino - etérea y nívea - trascendencia.
Lo que pasa es que tiene la costumbre de mirarse demasiado cerca. Las cosas pierden su figura, y no hay lo que no se torne garabato. Triste por la desconfiguración de su existencia, sucumbe ante reflexiones insustanciales. Esta noche lo salva una melodía, unas palabras de Nick Cave:
Outside I sit on the stone steps
With nothing much to do
Forlorn and exhausted
By the absence of you
Poco importa qué rostro, qué episodios lejanos le regresan en la tristeza en que se mece esa voz. La canción terminará, y con ella la furtiva anestesia que retrasó la arritmia urbana. Habrá que hacer las cosas que se hacen, entrar en las rutinas como se entra en un pulover, y aceptar la sucesión de las horas sin la bagatela de los dispersos residuos oníricos por los que huye mientras su cuerpo transita la realidad. Sin embargo, ese instante de sereno éxtasis tiene que tener algo de sagrado. Tal vez por eso lo recorta, lo mete entre sus cuadernos. Y pasa el día con esas palabritas susurrándole entre los dedos, mientras se codea en el subte con otros cuerpos - tan errantes y tan rotos -, mientras conversa frases de ascensor, o mientras sube las escaleras buscando en todos los bolsillos las llaves que siempre aparecen en el último rincón abordado.
nick cave - brompton oratory
Powered by Castpost
2 comentarios:
es así. entrar en una canción que te salva la vida un rato es así. me gusta tu estilo. un saludo.
gracias por subirlo a Nick! gracias!
Publicar un comentario