4.8.10

cuaderno de viajes imaginarios

 en la previsión de los derrumbes inminentes

Estancado en un bar de mala muerte, preso de la incertidumbre de carecer de wifi, literalmente anclado por un equipaje demasiado pesado como para poder irme, aguardo - mientras algunos homeless afuera se organizan para esperarme sigilosamente - a que un llamada resuelva mi situación. Mi celular tiene poca batería y dependo de el. Lo apago y lo vuelvo a prender. La situación es simple: si esa llamada llega s mí, estoy salvado. Si no llega, no. Sin embargo, la simplicidad del asunto no me contenta y desperdicio mis pocas energías en teatralizar la ansiedad de los diversos infortunios en los que puede devenir mi condición.
Y a todo esto, escribo. Que otra cosa podría hacer? Llamar a alguien! grita el lector compasivo. Es una ciudad extranjera, no sé a quien llamar. La única persona que conozco esta en alguna parte de la ciudad, moviéndose, irrastreable - tal vez acercándose a mi (pero cómo si no le pude decir donde estoy?) tal vez haciendo cualquier otra cosa, habiéndose olvidado de mi -. El bar va a cerrar pronto y seré expulsado al centro de la madrugada donde ni siquiera el rastro de un camino es discernible y refugiados por las tinieblas los mendigos que me espían ya no necesitarán sus apariencias humanas. ¿Qué significa escribir en este caso? Bueno: que todo ya ha fallado, que ya no queda ni siquiera la esperanza (solo la espera, de la que la escritura es una de sus formas), que no vale la pena intentar una acción - ni siquiera en el imaginario - para evadir la catástrofe, que ya hemos capitulado nuestras fuerzas, que no queda nada salvo que algo extraño, inesperado, poco convencional irrumpa y nos libre. Y como eso es improbable, existe la escritura. Plegaria y a la vez claudicación. Como el soldado que se hace el muerto entre el lodo de la noche y se acurruca tratando de moverse entre sus compañeros muertos para no ser detectado: así se escribe a veces. No se espera algo. La espera - vana, imprecisa- es simplemente lo único a qué aferrarse. Y como por sí misma es desesperada, hay que llenarla con algo. A veces, la escritura.

2 comentarios:

Eliana Marchesi dijo...

Sabés... el otro día estaba pensando en 'homeless', no le encontraba otra forma más cómoda en español y me daba un poquito de bronca creo.
"¿Qué significa escribir en este caso? Bueno: que todo ya ha fallado"... A esa frase en mi cabeza, le siguió el ruido de algo cayendo con fuerza al agua y el eco. Me dio un poquito de ¿vértigo?

Bueno, pero en realidad lo que quería decir es un claro y sencillo "esto me gustó". Voy a seguir chusmeando por acá.
Saludos!

Debret Viana dijo...

Eli.

En cuanto a "homeless", ocurre a veces que hay lenguajes que logran nombrar o aludir o asir cosas que otros lenguajes no.

En cuanto al vértigo, solo decir qué si bien no sé qué lo despierta es grato saber que esa emoción está de algún modo vinculada al texto.

Gracias por tus palabras, y espero que el resto de los textos no malogren las cosas que éste inició.

Saludos.