11.5.07

talismán; paraguas para cualquier día que se pierde

encuentro estos versos:
If I could just once catch your eye
invisible against the words
that hold you down in solitude
and never let you go
the way that every time
my eyes just close
like lids of wooden men in file
I put you under rainy day
your hat´s all off
and I´m gone away.
extraño y sutil goce en "lids of wooden men in file"; saborear el verso, sentir su particular viento pasar por mis labios como pasa la yema de un dedo por la piel tibia del agua de un río lejano mientras en los relojes del mundo atardece; repetir su fraseo en el silencio de las bibliotecas de mi habitación hasta que pierda todo sentido y quede solamente la frágil melodía rebotando las memorias abstractas del tiempo desvaído; morder mi lengua para extraer el jugo de esa música, en vano; preguntarme dónde se esconde: ¿por qué la belleza ha de ser tan fugitiva, por qué no reposa en ninguna parte, por qué solo dura el instante en que arde?; asistir a su desfallecimiento con un suspiro y una sonrisa triste, prever que la felicidad es siempre un estado anterior; contarme a mí mismo lo que sentí en ese verso como forma anticipada de cansarme de la incomuncabilidad de las cosas esenciales;
enmudecen los movimientos del mundo detrás de la ventana, todo se hace siesta, es cuestión de acurrucarse junto a ese verso - mansa serie de sonidos que resucitan un no se qué de religión que extravié de tanto estar despierto, limpísima manada de liebres que huyen en la lejanía, y abren una frontera de blancura - para soñar las sensaciones que no tengo sin el esfuerzo de pervertirlas en imagenes reconocibles, ese fascista vocabulario de la otredad: no, apenas roce de suavísima lluvia, como si de una bocanada profunda bebiera la distancia entre las cosas.

3 comentarios:

Naturaleza desenfrenada (......) dijo...

“La felicidad llegaba a toda marcha, el acontecimiento iba más deprisa que el deseo. Rambert sabía que todo iba a serle devuelto de golpe y que la alegría es una quemadura que no se saborea. "
Albert Camus (La Peste)

El sabor de un instante en que las cosas "son"; una plenitud sin lágrimas, una paz sin alegría. Percibir la magia de los colores que se va apagando dulcemente y esa sensación que aun sigue siendo inexpresable.
Saludos nuevamente..!

Javier Luján dijo...

Era el sonido, el sonido el que me acercaba a ella, a sus letras dormidas.
Un saludo.

Debret Viana dijo...

naturaleza desenfrenada: quien sabe a qué confusión le debemos esas epifanías.
gracias por acerar a Camus.

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javier: es posible: las fronteras de la sustancia y nunca el centro de las cosas, el ánfora que contenía cosas que se perderían.
un saludo.