17.4.07

morior (un sueño viejo)


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De lo que había sido antes no quedaba nada. Apenas el reflejo de un cansancio, algunas manchas del tiempo en la ropa. Las suelas hinchadas. Supe, en seguida, que estaba, como siempre, en cualquier punto entre el principio y el final. Ignorar los pasos que me distanciaban de cualquier lugar volvía igualmente inútiles las direcciones posibles. Revisé los bolsillos: encontré que las cosas que traía conmigo no me alcanzaban para sobrevivir el camino (no importaba cuál tomase). Me senté donde estaba. Como había una fragancia a denso azul y a llanto coagulado, entendí que era el lado de adentro de las cosas.



Me quedé labrando un alma: tenía pocas cosas - retazos del que fui, palabras viejas que tendría que combinar de manera distinta, ojos hartos que tenían mucho que desaprender -, pero tal vez algún día llegue a enfrentar los nuevos abismos. O pueda, simplemente, seguir caminando por el borde, como si no los viese.


Era el lado de adentro de las cosas. Recuerdo la línea: la primera luz, la tiniebla visible. La recuerdo ahora: allí las cosas solamente sucedían; y sucedían todas como dentro de un grave acorde piano. La vida me quedaba - todavía - en una orilla lejana. Por las rendijas de la ventana ya me rayarían los ojos los ruidos diurnos. Me diría a mí mismo, cuando relatase el sueño al espejo del baño: otra vez soñé con lo que callo, con metáforas afiladas que no sabré dónde - en qué rincón de la realidad - acomodar sin que me pinchen, me reclamen, y me fuercen a pensarlas sin descanso. Pero por ahora, me sobraba oscuridad para empezar a mirarme un poco.


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¿Por qué? Preguntarme: ¿por qué recordar ahora esta pesadilla añeja? Y por una vez la respuesta es simple: haber visto hace unos días a la protagonista ausente de ¨Néctar de las cosas furtivas", haber escapado de ella, haber soñado esta noche con su presencia, haber cruzado con ese fantasma umbrales epifánicos que en la vigilia desencuentro, haber ajustado las cuentas que no sé tratar en el lado real de las cosas con ese lento espectro; volver a estas páginas resulta natural: es mi manera de morir despacio

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la fotografía, Debret Viana (Anatomía de los pasos solo)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"El lado de adentro de las cosas", ese que duele, ese que te deja en silencio, que te quita el aliento y te mata despacito...
Me pregunto ¿será que la inercia nos lleva hacia ese lado?, ¿Acaso el sufrimiento es necesario? Esa extraña debilidad del ser humano de caminar por senderos oscuros, dulce angustia de pisar con los zapatos el lado de adentro de las cosas, excitación de sentir el suelo arenoso, esperando en qué momento te tragará la tierra. Todo pende de un hilo en ese instante, ¡qué suave agonía!
Aquel que no ha sufrido, no puede entender el significado de la vida, (-dicen-) Yo no quiero entenderla, sólo deseo vivirla.

Ay, Debret, me conmueves otra vez, ¡Hasta cuándo!...
Eso de que me escribas algo, es por vanidad de vanidades, porque así como vas, llegarás muy lejos sin duda, entonces, cuando seas un escritor famoso, Yo Pao, me voy a jactar maliciosamente delante de mis amigos y colegas, de tener un escrito tuyo, único y que fue creado sólo para mi.

Sin pensarlo dos veces, me arriesgo a que me roben aquellos besos.

Aquí van dos, (para hacer una prueba)

Anónimo dijo...

El texto que contiene la vigilia, la pérdida y el deseo...

toda esa afinidad con cierta gravidez metafórica: leo silenciosamente y la música emnerge desde el fondo de las palabras.


acerca de la foto: es estrenecedora.


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Ah, pensaba en cómo le habrá ido a Debret, viendo tantas películas, día por día.

Juan dijo...

bueno, veo que vamos más o menos por la misma onda... gracias por el comentario en mi blog y nos estaremos leyendo

Pierrot dijo...

Existen esos momentos, para algunos de lucidez para otros de locura, en los que empezamos a ver la costura secreta que une las cosas, desde el sol hasta los átomos.

Cuando esa mirada se mira a si misma, curiosamente llega a comprender que ella misma también esta contenida en ese juego ilusorio.

La cadena de blogs que manejas esta super interesante...pasare por aqui a menudo.

Anónimo dijo...

El lado de adentro de las cosas es siempre oscuro. La noche de adentro nos envuelve y nos quiebra. Será sólo el sueño, el que nos libre, en su oscuridad, de las sombras y nos de paz.

Debret Viana dijo...

pao: no sé no sé. Infectados de cristianismo, todavía se oyen las voces apologéticas del sufrimiento: yo no creo que sea un estado de conocimiento, y tengo para mì que la imaginación es un instrumento mucho más rico (incluso en el aspecto cognocitivo) que la experiencia. El dolor no es algo que preciso para comprender la vida, que de por sì es incomprensible. Está bien que tu elección sea "vivir" tu vida; yo tampoco creo que eso sea posible: la vida es algo que se pierde, que se malgasta.

Y ojalá tuviese la gente la predsispocisión de caminar por "rl lado de adentro de las cosas": de ser así, tendríamos de qué hablar. En cambio, el tránsito de la vida moderna se da por las superficies de las cosas: ¿quien realmente cree en los monstruos que descansan dentro de los objetos? Hoy, tristemente, se vive en la unidimensionalidad (y aun en ese sitio somos parias: ese territorio no es màs que una construcción del poder, es decir, en sí, no más que una prisión símil al big brother).

En cuanto al texto para vos, acepto la propuesta, siempre y cuando me des un tema (nada aprecio más que las excusas para escribir); literatura por encargo, que le dicen.

En tanto al resto, no deja de extrañarme. Me halaga, sin emabargo, esto de conmoverte.

un beso, muchacha (los espectros, de todos modos, malversarán cada palabra que concedimos al silencio de la página).

Debret Viana dijo...

2046: Justamente eso: si se movieron esas cosas en vos se dió el milagro de que, por una vez, el texto funcionó.

En tanto a la fotografía, la saqué hace mucho (¿8, 9 meses?) y abandoné: me daba miedo y no quería mirarla, me inquietaba. Al final, publicar algo es una buena manera de perderlo.

Y a Debret, viendo tantas películas por día le provocó un severo desorden: confundía las películas con la realidad, y la realidad con las películas: en la pantalla, si el personaje entraba a un bar, Debret, desde su butaca, le pedía al mozo una coca cola; y en el colectivo, mientras viajaba, atendía a la ventana como si fuese una larga toma de Tarkowski.
Todavía no ha sanado del todo.

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jota: ok.

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pierrot: la lucidez es una forma útil de locura. si el artista no produjera algo socialmente útil (vendible, exhibible, etc) pasaría inmediatamente a inflar las filas de los manicomios.

Y en cuanto a la ilusión, pues sí: todo es ilusiorio y la medida de una certeza es la potencia de la fe en que uno se empeñe. Todo cansa, y nada vale la pena: hacemos un dibujo en el vidrio empañado por la lluvia en la calle, y es lo mismo que haber levantado ciudades (recuerdo un verso de Alberto Caeiro: la vida es pasar, pasa ave, pasa, y enséñame a pasar).

gracias por la visita.

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mar: es posible. el sueño es el ensayo de la muerte (cito, mal, a calderón de la vega, que decía que un desmayo es un ensayo de la muerte). Sin embargo, no creo poder entender que allí resida la paz. El sueño está lleno de espectros, de ansias que se materializan en diversas máscaras, de ajetreo y bullicio; lleno de metáforas incisivas y símbolos tortuosos. La nada, el olvido: solo allí estará la paz. Y en algunos episodios esporádicos de la vida, montajes bellos, etc.

¿Le parece mar que siempre es oscuro? ¿No será feroz, cegadoramente lumìnico? ¿y no será esto lo mismo que la oscuridad?

Debret Viana dijo...

olvidé mencionar: hay alguna película más bella y triste que 2046?