Repartido entre el horror de vivir y el horror de morir.
Cuando se tiene la mala suerte de haber nacido se debería tener, por lo menos, el consuelo de vivir bien y cómodamente. Si se vive mal, es que uno ha sido engañado dos veces. Yo soy la víctima de una mala broma: ¿de quién? Si se tiene la desgracia de vivir, si se tiene la conciencia de esa desgracia, al menos no se debería tener miedo a la muerte. La cosa más absurda es tener conciencia de que la existencia humana es inadmisible, que su condición es inadmisible, insoportable, y, sin embargo, agarrarse desesperadamente a ella, sabiéndolo y quejándose de que vamos a perder lo que no soportamos. Como alguien a quien se ahorca, que quiere y que no quiere que le corten la cuerda, porque debajo de él hay una estaca.
del diario de
Ionesco
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