Era 1996. Muriéndose, el poeta y músico brasilero Renato Russo, compone su último disco, La Tempestad (o el Libro de los Días). Es un trabajo desesperado, tristísimo. Sabe que le queda poco tiempo, y todavía siente que le quedan cosas por decir. Graba los temas con fiebre, apenas puede caminar. Pesa 45 kilos, pero la profunda, deliciosa voz: intacta. En la primer canción - acaso la más pobre - encuentro este verso (me tomo el atrevimiento de traducirlo):
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cuando el circo se prenda fuego
somos los animales en la jaula
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renato russo
y una canción de despedida
la letra
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