30.9.10

twitter

y ya estamos en
Follow posmoespasmo on Twitter




Hasta ahora, la única virtud que encuentro en twitter es la posibilidad de insultar a personas inaccesibles en la vida real.

29.9.10

paredes

Oigo incluso como ríen
las montañas
arriba y abajo de sus azules laderas
y abajo en el agua
los peces lloran
y toda el agua
son sus lágrimas.
Oigo el agua
las noches que consumo bebiendo
y la tristeza se hace tan grande
que la oigo en mi reloj
se vuelve perillas en la cómoda, se vuelve papel sobre el suelo,
se vuelve calzador,
ticket de la lavandería,
se vuelve humo de cigarrillo
escalando un templo de oscuras enredaderas...

Poco importa
poco amor
o poca vida
no es tan malo.
Lo que cuenta es observar las paredes.

Culminación del dolor
Charles Bukowski

27.9.10

"menos" agotado




"(...) estudiantes de filosofía y letras fuera de quicio porque las existencias de "menos" (el libro de Debret Viana), está agotado en la librería Gambito de Alfil (bonifacio 1402) cortan la calle y se manifiestan tomando la Facultad de Letras. Debret Viana, el autor, trató de calmar a la muchedumbre furibunda prometiendo que el lunes ya habría stock del libro, a lo que el sector de alumnos de bellas artes respondió que de no ser así sembrarían el caos por toda la ciudad sustituyendo de cada semáforo el color rojo por otro que quedase más lindo", informó Diario "El Sorrentino"

 *

Previniendo el probable caos que paralizaría al barrio de Palermo, ya hay existencias de "menos" en la librería Crack-Up (costa rica 4767). El propio Larreta intervino en la situación, para evitar que pasara lo que el último día del estudiante, cuando masas ingentes de estudiantes fueron a comprar el libro a Crack-Up y como quedaban solo dos ejemplares y, siendo una masa, no podían definir quienes de todos representaban la parte de adelante de la masa - y por tanto, quienes habían llegado primero - llevaron la trifulca a los lagos de Palermo, donde dirimieron sus diferencias mediante la violencia, dejando 41 heridos, 3 bancos de plaza en estado deplorable, y 1 pato del lago con ataque de pánico.

21.9.10

el ansia de ser interrumpido

“Las personas suelen sernos tan indiferentes que cuando ponemos en una de ellas tales posibilidades de sufrimiento y de alegría para nosotros, nos parece que pertenece a otro universo, se rodea de poesía, convierte nuestra vida en un espacio emotivo en el que todo depende de que esté más o menos cerca de nosotros.”

Proust;
del lado de Swann

19.9.10

los balbuceos (una errancia, un camino)


Me despierto sin despertarme del todo en mitad de la noche y entreveo la posibilidad de un texto o de un sueño y para que no se escape del todo en la oscuridad busco el iPhone en la mesita de luz y tomo nota. Después me doy vuelta, y me duermo. Al día siguiente, no recuerdo el sueño ni la idea que indujo. Pero recuerdo haber tomado esa nota garabateada y la busco, para ver si hay algo rescatable o literaturizable. En la claridad tipográfica del dispositivo, que erradica las confusiones típicas que implica mi caligrafía desprolija, inequívocamente leo:

carolo magnesiano rimbombante.

Y no: no creo que sirva de nada. No veo el modo de que pueda llegar a darle utilidad a ese críptico enunciado. A veces, simplemente no hay nada. A veces lo que pasó no es recuperable ni inferible. Qué imágenes atravesó mi cuerpo dormido, no lo sabré. Qué frase vital balbucee y malversé en la noche, o qué sentido verdadero - y tal vez vital - tiene esta línea que ahora releo sin alcanzar, y que me escruta fría y hermética desde la pantalla del iPhone. Todas ellas cosas que perdí y que ignoro qué huella dejarán en mí si es que dejan huella las cosas que se pierden. 

No vale la pena confíar demasiado en los sueños, ni en el repentismo de los borradores ni en los iphones. A veces, cuando volvemos a las notas que tomamos extasiados, convencidos de que algo había, algo vibraba ahí, ya no tienen ningún tipo de interés, ya no dicen nada, no entendemos ni siquiera qué pudimos haber visto, nos aburrimos un poco tratando de descifrar la letra apurada y el motivo del arrebato.

*



Pero me queda la gratuita imaginería. Nihilizar todo lo que hay pensando que tal vez fui, sin saberlo, el mensajero de algo. Que me fue dado un mensaje en sueños que era impenetrable para mí porque no era para mí: y esta muy bien porque soy escritor, y escribo: y no tengo nada que ver con la comprensión de las cosas ni con los significados; y entonces escribí este texto y así el mensaje llegará donde tenga que llegar sin que yo me entere y mueva de lugar algo trascendente o no. Lo que me deja aferrado al sueño, en realidad, es la posibilidad de que el receptor del mensaje tampoco sepa que es el receptor ni para qué es ese mensaje ni qué significa, casi del mismo modo que Citizen Kane recibe en la niñez un carrito con el nombre rosebud inscripto en el costado para que en las horas de agonía pueda balbucear esa palabra y abrir una trama inacabable.
Somos una precaria caja de resonancias, y no sabemos donde termina nada, ni donde empieza.

18.9.10

voces


Maurice Blanchot, en De  Kafka a Kafka, comenta sobre la pluralidad combatiente de voces que conviven en un escritor y lo tironean belicosamente:

" Una voz dice: no escribirás, seguirás siendo nada, guardarás silencio, desconcerás las palabras.
La otra: conoce sólo las palabras.
- Escribe para no decir nada.
- Escribe para decir algo.
- Ninguna obra, sino la vivencia de tu mismo, el conocimiento de lo que desconoces.
- ¡Una obra! Una obra real, reconocida por los demás e importante para ellos.
- Borra al lector.
- Desaparece ante el lector.
- Escribe para ser sincero.
- Escribe por la verdad.
- Entonces, sé mentira, pues escribir con vistas a la verdad es escribir lo que aun no es cierto y que tal vez nunca lo será.
- No importa, escribe para actuar.
- Escribe, tu que tienes miedo de actuar.
- Deja hablar en ti a la libertad.
- ¡Oh! No dejes que la libertad sea palabra en ti."

¿Qué ley seguir? ¿Cual voz oir?
Blanchot responde: El escritor debe seguirlas todas.

16.9.10

ummmbrella

Se sabe que

si en alguna parte comienza a llover a las 6 de la tarde, y a esa hora un belga estornuda y un pelado que camina por una avenida saluda a alguien que le dijo hola y se queda pensando "¿y este quién era?", y dentro del radio de la media hora un pibe obse (no puede tener más de 23 años) le manda por feisbuc otro video musical a una rubia que le gusta y que no le da bola, y Tom Waits bosteza, y a alguien que espera determinado colectivo y el colectivo al pasar no le para - y esto pasa dos veces seguidas - tararea sin querer una melodía muy similar a karma police, y otra persona, un seudo teen de 35 años con zapatillas de 600 pesos y remerita manga corta en V, se entristece frente a una publicidad de cervezas porque percibe que su vida no se parece al jolgorio de los comerciales, y una chica goza y sufre leyendo “Sandman” porque cree que el hombre que desea se parece a Oneiros, y un perro le ladra tres veces a un pibe en bicicleta de delivery de empanadas, y alguien repentinamente en un bar cierra el libro que leía y piensa "sí, es así, posta que es así", y un viejo senil hundido en un sillón de geriátrico sueña o recuerda el beso de una mujer bajo la sombra de un árbol del verano sin percibir que no le paso a él sino que es una película que vio en la infancia en el cine que estaba al lado de la pizzería de sus padres, donde sus padres canjeaban café y medialunas para los acomodadores por películas, y alguien recibe un mail que prefiere no contestar ahora, sino más tarde, con tiempo, y un florero viejísimo en un living de una departamento del barrio de Lagoa, en Río de Janeiro, solo y de repente, se astilla, y nadie presta atención a una canción de Daniel Johnston que cayó en el aleatorio de un iPod porque justo sonó el teléfono, y un señor se tropieza cruzando la calle y dice para sí "Macri de mierda", y un niño carga y descarga la .22 del padre que encontró en un cajón, y en un bar de Ciudad Vieja, en Montevideo, dos amigos de hace tiempo toman ella un café y él una gaseosa, y en un instante piensan al mismo tiempo “¿y si le digo? ¿qué puede pasar si le digo? ¿sería tan malo que le diga? ¿le digo?” y ninguno dice nada, u otra cosa, y alguien en una facultad de algo levanta la vista de los garabatos que está haciendo en el margen del cuaderno y al percibir que no tiene idea de lo que está diciendo el profesor decide “no, esta carrera no es para mí”, y otro en la biblioteca de su casa pone juntos un libro de Bukowski, un libro de Kerouac, un libro Carver, y una pava hirviendo suena más de tres minutos porque quien quería un té está aferrado a una ventana de chat de la que aguarda una respuesta que siente crucial, y un hombre hace tiempo frente a una cerveza porque no quiere volver a su casa, y Andrés Calamaro compone 15 canciones sobre su reciente experiencia de cortarse el pelo, y un auto atropella a un perro viejo y rengo, y alguien, abstraído en sus auriculares, escuchando “underneath the stars” de The Cure, no ve pasar a su lado a su amigo de la infancia, el “capuchón” Gutierrez, con quien se sentó casi todo el primario, y un muchacho con pretensiones literarias le muestra un haiku que escribió a un amigo y el amigo le responde “pero esto no tiene 17 sílabas”, y el delicadísimo pólen de una flor en una maceta de un balcón de un séptimo piso es arrastrado por el viento hasta incrustarse en el ojo desprevenido de un transeúnte que lleva medias verdes, y por 4 segundos nadie piensa en comprar nada, y una mujer en alguna parte mira el mar del invierno y sueña abstracta y felizmente con el rumor de las lejanías, y en su habitación una chica de 14 años le muestra una teta a un italiano cuarentón que se hace pasar por pendejo vía webcam, y alguien termina de hacer en el baño de un Mc Donalds lo que tenía que hacer y descubre que no hay papel, y alguien cierra su laptop y descubre una ventana o el amor, y el besugo da, repentinamente, su salto evolutivo, y se organiza una huelga de checoslovacos, y dos personas que se aman se llaman al mismo tiempo cada uno al celular del otro y les da ocupado y sienten celos, y un homeless, semi dormido en un banco de plaza, mueve los dedos en el aire y recuerda cuando estudiaba artes y pintaba, y una muchacha de 16 años toma 28 lexotanils, y siete pelados de diferentes nacionalidades estornudan al unísono y alguien lee, o recuerda, u olvida este texto...

Si todo eso ocurre, si cada pieza cae en su sitio – todas son indispensables en el conjunto, y obsoletas y nimias en sí mismas - sucederá el día en que los paraguas empiecen a comer humanos.
Así, de repente, quien se protegiere de la lluvia bajo un paraguas verá cerrarse sobre su cabeza el mismo, y será engullido fatalmente después de ser masticado por los dientes metálicos del paraguas.



Es improbable, claro. Pero la calma objetal de la paciencia de los paraguas radica en que cosas mucho menos probables han ocurrido.

9.9.10

vanidad banal de la memoria de madrugada


Navegando erráticamente por mí mismo, encuentro este texto, escrito hace siete años, y noto que prefiguraba ese cuento recogido en "Menos": wanderlust

"Si aceptamos un principio teológico, no es arduo comprender que los pasos de la humanidad son de una progresiva decadencia. Basta lidiar con el origen, el origen divino. Un Dios construye un hombre, trama sus formas, dilata la tarde, que ha sido creada por él hace poco, en limar esa partitura de barro. La distancia del hombre a Dios nunca fue tan grande como hoy, no será nunca tan vasta como mañana. Acaso esa sea la oscuridad. Cada vez nos alejamos más del principio celeste. Resulta evidente que esta distancia equivale a perdición, este abismo es proporcional a esa lejanía. Somos la deformación de siglos (soy la deformación de un siglo sobre otro siglo etc). Tal vez hubo una vez un hombre perfecto (¡perfectamente aburrido, estático: hombre que ha sido todos los hombres si los hombres son el conjunto de meros actos!): seguramente el más cercano a la divinidad. Con tantos pasos en el desierto de vidrio nos hemos desfigurado. Al camino que dejamos atrás lo delata la sangre. Un hilo de sangre desde el principio de los tiempos hasta nuestros talones. También de mí estará hecho ese hilo alguna vez. Yo no me atrevo a desandarlo, pero ¿alguien se atreve? Quien sabe lo que aguarde en el principio; después de todo, Ariadna era una brisa en un momento de asfixia o de impaciencia, de necesidad: nunca la quise tanto.

Pienso esa arcilla de la divinidad como un espejo roto. Tal vez al principio estuvo sano, entero. Luego, se quebró. Y nadie sabe por qué, o culpan a otro. En vano los intentos por componer la imagen. Cada movimiento del intento nos corta, me modifica. Somos otros, la imagen primera es inaccesible. Nuestro reflejo es de una distancia abismal. Si logro componer ese espejo (yo soy todos, yo soy los otros, yo soy mi parodia) veré otra cosa. Ese reflejo seré yo, si sobrevivo a la visión completa de mí – si la verdad no me mata; podré dar recién algún paso cierto dentro del insondable laberinto, sin salida, ni minotauro, ni laberinto. Podré seguir muriendo. Esa gloria no es vulgar."

7.9.10

filba

and the rest is silence

Todo festival literario está destinado al fracaso. Al hacer de un evento artístico un circo de masas, se vuelve imprescindible vulgarizar y simplificar el objeto de estudio, para volverlo cercano a los neófitos que se acercan con el propósito de tener que ver algo con la cultura.

Un puertoriqueño viene y da una conferencia (nominada "worshop", oh sí, muy top). Se jacta al principio de haber escrito libros que han sido celebrados por los críticos, y otros libros que han sido best-sellers. Enfatiza el hecho de que hay que escribir para todos. Y luego dice un par de cosas sobre la literatura, sobre el cuento, sobre la novela. Ni siquiera puede decirse en la mayoría de los casos que esté errado. Simplemente es estrictamente básico, y brinda definiciones que no dejan de ser meras etiquetas iniciáticas. 

Se le ocurre realizar una serie de ejercicios con la audiencia (estos, algunos estudiantes de letras o febriles intentos de escritores que toman notas de las pavadas que dice el señor, y la mayoría señoras muy mayores que en su decrepitud se inclinan al hobby de la literatura). Los hace escribir breves textos que deben manifestar, según el caso, frío, calor, felicidad, tristeza. Y en ningún caso está permitido utilizar la palabra que debe darse a entender. Porque según el buen hombre, hay dos modos de narrar: el modo directo, y el modo indirecto: celebremos la simpleza de la literatura en los centros culturales chetos.

Al azar, los entusiastas del auditorio leen sus modestas creaciones. Y el parámetro que el puertoriqueño establece para esos textos es cuánta gente percibió el "mensaje": levanten la mano los que sintieron frío (calor, felicidad, tristeza), etc. Así, da por triunfantes aquellos textos que son comprendidos por las mayorías, y ningunea a los textos que son comprendidos por pocos (un texto, incluso, es acusado de filosófico).

Pensé en Wilde, que enfatizaba que un artista siempre debe luchar por permanecer incomprensible. Y entonces me enojé. ¿Qué es esto de ofrecer el "valor" de un texto literario a una grupúsculo de gente aleatoria? ¿Qué dice de un texto su transparencia, su comprensibilidad más que su chatura y su falta de textura y densidad? ¿Qué importa que entiendan pocos o muchos? ¿Cuántos artistas han sido incomprendidos en su época? ¿Cuántos han sido considerados herméticos, crípticos? ¿Cuánta belleza no depende de esas exactas condiciones? ¿Índice de qué pueden ser las mayorías? ¿La inmediata comprensión del sentido de un texto es qué clase de mérito? 


El arte necesita no ser lo que ya es, y lo que ha sido. Para eso, debe producir reglas nuevas. Debe irrumpir y patear las estructuras establecidas. De ahí, precisamente que cuando el estruendo fulgurante del arte sucede, las cosas tambalean. Y no puede hablarse de comprensión inmediata, sino de enrarecimiento del aire. Sentimos que nos aproximamos a un objeto aracano, que nos llama y nos nombra, y nos dice algo de nosotros que no sabiamos que sabíamos, y la atracción está fundada sobre todo en que lo que se abre es una profunda incertidumbre. El advenimiento de una subjetividad no puede ser nunca algo simple, algo dirimible en la barbarie de las mayorías, algo pensable desde la pueril comunicabilidad del periodismo. Yo puedo comprender que las palabras del portoriqueño estaban destinadas a esa cosa burda, primitiva e inculta que se denomina público en general. Aun así, iniciar a un grupete de neófitos imponiendoles claridad en su comunicaciones es obstruir la travesía bella y terrible de la literatura: lidiar con la plabra elusiva, con el riesgo de la palabra que nos extravía, con el naufragio imprescindible que está implicado en el vicio del silencio de traicionar las horas, la sucesión del tiempo, al vida allá afuera, ansiando tallar en la hoja algún indicio significativo de la savia de nuestra existencia.

No se trata de narrar. Narrar pertenece a otro mundo. Un mundo donde se pensaba que las palabras debían nominar las cosas como manera oscura de dominarlas. Esa batalla se perdió. No importa: era una batalla tonta de todos modos. Se trata, en cambio, de rasgar nuestra interioridad hasta darle carne al silencio que nos circunda. Estamos callados frente a un libro, o frente a una libreta, con la lapicera atenta. Puede ser en un  bar, en un colectivo. Pero se siente más en la profundidad de la noche, cuando todo está quedo y el vacío entre las cosas se vuelve audible. Ese silencio que brota de nosotros es el silencio de la eternidad. Es el silencio que había antes de nosotros, y es el silencio que vendrá después. Somos frágiles y poquísimo. No existimos durante mucho tiempo, mientras el mundo ocurría. Ahora, estamos vivos. Mañana, o pasado mañana, no. Ese silencio ancestral de lo no-vivo también habita en nosotros, y trepa hasta nuestra garganta. Tiene muchas formas. Puede ser un malestar psicológico, una angustia existencial, un estado de inercia, la formulación de una pregunta, o de una serie compulsiva de preguntas, el ansia desesperada de un sentido, el llanto, el miedo frío y paralizante, la contemplación de las paredes, las fugas etílicas, el amor, la fe desmedida en el amor, la soledad etc. Y la palabra. La persistencia en la música de las palabras como una plegaria por algo que signifique, o alivie, o algo.

La literatura no es la clarificación de un enunciado; es el sueño de la historia y es la historia de las soledades y es la interrogación solitaria del cáncer que es el silencio de la eternidad, y es la pasión por un camino que termina en un abismo por el solo placer que nos provoca el paisaje exótico que florece en los márgenes, y es la fe en el artesanato de los símbolos, de que lo que vive y calla en nosotros se sueñe en palabras y roce en alguien algo íntimo y lo haga vibrar en nuestro mismo idioma; y es el lugar donde he visto disgregarse mis mejores horas. 


6.9.10

"menos" en Crack-Up


en 



 ///



y "menos" ya puede conseguirse en la librería Crack-up (costa rica 4767, Palermo) y es un honor que en un recinto llamado por ese preciso texto de Fitzgerald - tan relevante en mi concepción de literatura - estén mis textos. Queda esperar que llegen a buenas manos.

3.9.10

romantisch


Nunca amar a alguien
sino un reflejo
en la ventana del colectivo de regreso
mientras el rostro se impregna
con los borrones del paisaje que amanece.




)más