24.12.09

esa obsesión hamletiana, el padre

Me pegó en la cocina. Llevando los vasos al lavavajillas. La tv había quedado prendida, y repetían el programa de Lanata, que con mi padre habíamos visto juntos, mientras cenábamos, unas horas atrás. Lo acompañé al remis, lo ayudé con las valijas. Noas saludamos como si nos fuesemos a ver mañana. Y en la cocina, me pegó que mañana estaríamos a un par de miles de km. Me crucé de brazos, apoyado contra la pared. Recordé aleatoriamente trazos del tiempo que pasamos juntos. Sentí que lo iba a extrañar, y un poco de miedo. Los platos donde comimos llenos de agua para ser lavados mañana. Estanques fétidos de la noche de ayer. Yo, en mi cama, conciliando más o menos el sueño. El mirando la noche impenetrable desde la ventana del avión. Lo que fue ya no será. Esa lección yace en todo lo que ocurre en el mundo. Pero algunos gestos son más drásticos, y el deslinde se siente más fuerte.


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