16.3.04


Hoy- que es un espacio indefinido entre dos vacíos- descreo de la posibilidad de la poesía: todo lo que sucede, en cambio, es registro (registro de estados mentales, emocionales o cosas que atraviesan).
Poesía esta noche me parece el nombre dado a esa ambiguedad subjetiva. El registro sucede: materializa lo etéreo (lo aéreo). Digo cosas, y cuido las palabras con que digo esas cosas; el grado de artificio con que las digo es impertinente.

Esto no es un atentado hacia el artificio; simplemente esta noche siento su inexistencia, percibo que todo ha sido solamente maneras de decir, formas de significar: no existe un trabajo, una deliberada pincelada hacia la belleza de la forma del enunciado: hay apenas enunciado, la forma empleada es solamente un modo de significar (acaso el único modo posible de expresar una subjetividad a través de símbolos compartidos).
De aquí se deriva que toda belleza es el nombre que doy al proceso de identificación (esencial, no necesariamente personal). Esto yo no lo creo, por tanto me detengo.

Pero esto sucede hoy; mañana seguiré limando versos con la paciencia mezquina que la arquitectura de mi celda me provee.


apuntes para otros textos:

Digo siempre más de lo que digo (cantidad fónica) y menos que lo que quiero (decir). Guardo entre mis silencios un deseo de expresar -de librarme- insaciable (detalle: escribirse para arrojarse lejos; literatura del yo como una maquinaria delicada para despojar los espacios del acto de la configuración del yo que no queremos ser -que no podemos seguir siendo-; desnudarse es salvarse, es ser otro (pero otro nuevo). De lo que deseo decir obtengo mucho material; nunca digo lo que quiero -mi deseo no se hace carne- y tengo que contentarme con muchas palabras -rodear el deseo sintácticamente- y nunca me contento: quedan detrás cuentos, poemas, ensayos; y a mí no me encuentro.
(qué otra cosa esperar: el yo no es reductible a un sistema de símbolos (aunque fue mediante la palabra que se crearon las cosas -pero mitos))