Otra vez fiebre. Voy a la cama, pero no puedo dormir. Doy vueltas hasta que me levanto. Escucho las voces de niños que corren y juegan en el piso de arriba. Creo que estoy lucido. Leo - con enorme placer- a Vila-Matas y escribo en un cuaderno tres titulos de novelas que todavia no escribí (recuerdo, con placer también, y con cariño, a quienes me dijeron tantas veces que tenía que leer a Vila-Matas). Ahora me voy a la cama otra vez. No creo que pueda dormir. Las 3am y los pájaros cantan, enloquecidos. Los niños de arriba entonan coros sombríos, como si se preparacen para una guerra. ¿Son niños realmente? Tal vez se trate de gatos agonizantes. Escribir esto me deja agotado. Me acuesto. En la cama giro sobre mí y dentro mío. Sigo escribiendo en mi cabeza. Empiezo a entender la lengua de los pájaros y los gatos, y las botellas que estallan, en rara armonía, ahora bajo mi ventana.
1 comentario:
Me encantó.
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