Hace tiempo que mi angustia es pasajera. O al menos, que no es física. Vahos esporádicos del ánimo que tiemblan en la existencia. Y se van. Poca cosa. La angustia viene, siempre vendrá. Pero era una sensación, una imagen, un concepto. No carne. No hasta ahora. Hasta esta noche. Vi Never let me go. El cuerpo como envase. La fatalidad irredenta del tiempo. Los cortes cada operación ocurrieron en mí. Me retorcí. Y ahora siento enfermos y mortales a todos mis organos, que hasta hoy vivían en mi inconsciencia, salvando algún esporádico dolor. Siento, en la espesura de la noche, la vibración sutilísima que el flujo de la sangre roe en cada rincón de mi mortalidad.
Tengo miedo.
Adiós Tommy. Adiós Kathy.
Daré con la novela de Ishiguro, espero que pronto.
Me voy a abrazar a mi gato.
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