13.11.10

an ode to the dream shaper

Debo buena parte de mis relatos a tramas que se principiaron en ese espacio onírico. Tal vez fui mezquino y abusé de ese puente, y traje demasiadas cosas de ese otro lado, y en uno de esos trayectos algo mío se cayó, y quedó allá, y su nostalgia de este lado con el tiempo se hizo sueño, y soñó, para consolarse, con todo lo que había aquí creando espejismos y duplicaciones aproximadas de todo, hasta de mí mismo. No lo sé. No sé nada. Me parecería insensato que no existiese una sanción severa para aquel que hace visible lo que ve en el territorio onírico. Se trata de algo tan poco noble como el comercio con los muertos. Temo incluso que los objetos de la casa sean cosas largamente dormidas, que en cualquier momento pueden despertar. Y recuerdo a las estatuas, y siento su petrificación como un longevo sueño donde traman la venganza. He sido arrastrado hasta la paranoia de las cosas quietas.

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