25.3.09

leer de noche (los azares como destino)


Como nada en Buenos Aires funciona - y los colectivos no son la excepción - tres noches consecutivas soy rehén de la espera. Me siento en un rincón de la vereda, y leo "Degas Danza Pintura", de Paul Valery, y encuentro:

"He aquí el verdadero orgullo, antídoto de toda vanidad. Tal como el jugador está obsesionado por las combinaciones del juego, perseguido en las noches por el espectro del tablero o por el paño sobre el que se abaten las cartas, impregnados de imagenes táctiles más vivaces que reales. Así es el artista esencialmente artista. Un hombre que no está en posesión de una presencia de esta intensidad, es un hombre inhabitado: es un terreno baldío."



Peculiar y bello libro este, que no es mío y yo solo debía transportar hasta una rara y deliciosa mujer, y que ha tenido en suerte -mitad porque se rompió el auricular del mp3, mitad porque estaba solo- ser el libro que empecé y terminé en esperas de colectivo.

12.3.09

bis

La historia de mi vida se resume en esto: estar llegando a la parada y que justo se me vaya el colectivo.

Me pasa siempre, y siempre llego con el tiempo exacto para perderlo por el menor tiempo posible. además, como me empecino hasta el ridículo en ser elegante, no le hago señas desesperadas al colectivero y con austeridad lo dejo ir mientras compongo canciones que insultan a todos los medios de transporte porteño en la espera del próximo colectivo - que ya  sé que vendrá repleto.

Yo sé que hay enanos. 
Enanos diminutos, gnomos acaso, que trabajan moviendo cosas de lugar (muy poco, sutilmente, lo suficiente como para que no la encuentre en el primer lugar donde busco). A no confundirse: cuando encontramos algo en el primer lugar donde lo buscamos es precisamente porque los enanos lo permiten: es un artilugio para disimular su existencia (sería obvio que ellos son los responsables si pasara todo el tiempo: la intermitencia es su coartada). 
Pero hay enanos, y yo lo sé. Pero saberlo no los acobarda. Son prolíficos en sus operaciones, y sé que urden una demora justa para mí: la mínima necesaria para que llegue a la parada de colectivo en el momento preciso en que éste parte. Se trata de una política de desánimo: habiendo perdido el colectivo por tan poco, y siendo este suceso harto recurrente, no tengo más remedio que caer en la desesperación metafísica, que pronto ha de arrastrarme hasta el nihilismo absoluto, con intervalos de una profunda angustia existencial. Los pasos lógicos en los que cualquiera incurriría en mi situación. 

Cada vez más exasperado, no logro acostumbrarme a esto. Pero trato de sacar partido del tiempo perdido, y llevo conmigo una libreta donde anoto gente que detesto, para después llamarlos de madrugada y rapearles canciones de Piero.

9.3.09

longest bed death speech



Hay un momento incómodo, cuando el marco que le puse a las cosas resulta obsoleto, y todo me parece desbordado, y creo que mientras yo creía que escribía cuentos y novelas, toda esa escritura no era más que un tristísimo y obscenamente largo discurso lleno de últimas palabras dichas quien sabe entre los fierros de auto en la ruta, o en las intermitencias de la agonía de una cama de hospital donde muero de algo.
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5.3.09

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La historia de mi vida se resume en esto: cada vez que tengo que ponerme las medias, solo encuentro una. 
Y yo, con una media, peor que sin ninguna, me veo de pronto incompleto, absurdo, inhabilitado para la vida social, obsoleto; y no me queda más remedio que dedicar todo mi tiempo a dar caza a la media que me falta y revolver cada cosa de mi casa - los restos objetales de mi pasado - con el ansia de que tal vez debajo o detrás de algo se encuentre la media ausente pero en lugar de eso encontrar otras cosas, que creía olvidadas o perdidas, que se enredan en mí y me demoran. 

Y todo esto en lugar de sacarme la media que tengo puesta y seguir hacia adelante (que sería tanto más lógico y más sano).