29.4.09

2.0

Tengo muchas pulsiones latentes en mí. No sé de cuál hacer literatura. Tengo miedo de seguir una, y que sea un tipo que camina por la calle y que en todo el trayecto no le pase nada. Sería una pérdida de tiempo. No tengo la fe como para dar un paso sin antes vislumbrar un destello del conflicto. Pero no veo conflicto. Porque el drama ya no es matar al padre y acostarse con la madre, ni vengar al padre muerto matando al tío o perseguir tiranos maquiavélicos, etc. La tragedia cotidiana es la existencia. Yo soy un existente que dramatiza. No hago apología de mi tragedia personal, que es banal y común. Trato de dar mi cuerpo como una antena para fotografiar la vivencia de un sinnúmero de tragedias posibles, no menos reales por haber sido imaginadas. Después de todo, yo imagino con toda la realidad de mi carne. Después de todo hemos perdido hace rato la uña que más o menos arañaba la realidad, y lo único que nos resta es una "sensación" de realidad, que proviene del arte, de la tv, del imaginario. Es en el arte donde se adquieren las técnicas para desempeñarse en lo real (que no es ya otra cosa que un residuo social, un tic). Así como sustituimos - en algún punto impreciso- la temperatura por la sensación térmica, hemos descartado la realidad - que nos resulta ya un objeto arqueológico, platónico, improbable - por la sensación de realidad. Por eso hoy, en sus horas privadas, cada salame se cree una celebridad (sube fotitos, cuenta cada gansada que hace) o un superheroe (que mediante primitivos recursos retóricos organiza el discurso para brindar la ilusión de que son protagonistas de una aventura). Ese "delirio" no es otra cosa que la soledad - y la predisposición a la fabulación masturbatoria propia de la soledad. Lo que nos pasa por la cabeza cuando estamos solos: un teatro triste y consolatorio para que el "yo" que no logra hacer pie en el cuerpo social haga piruetas, se ejerza, se canse y por las noches nos deje dormir sin sedimentar en el fondo de la conciencia un tumor esquizo. En fin, el verdadero, profundo, triste y paralítico "yo" atrofiado que la mascarada social sepulta en el más denso sótano de la identidad. Enajenado, alienado, super pajero. Solo.

3 comentarios:

laveron dijo...

Pah!
me gustó mucho pero además, debret...he notado como un cambio tonal. como que antes, tu prosa y reflexión parecían contener la furia. intuyo hoy, pequeñas grietas de bronca...me gusta. me gusta Debret disgustado del hastío contemporáneo.

beso!

laura

PD: el libro ya está en asuntos con la editorial. decidí que te voy a enviar el libro...y si todo va bien, te lo voy a dar personalmente, calculo que por octubre.

Debret Viana dijo...

puede ser, laura, que haya un cambio tonal. deviene de estar hinchado las pelotas?
puede ser, pero no solamente.
acaso atravieso una época en la que los lujos de lenguaje no me alcanzan. y necesito de la violencia que no difiera la verdad.

el manierismo de mi prosa era demasiado elegante para ser sincero.

tal vez sea hora de encarnar la furia esencial.

y en cuanto a tu libro, me encantaría leerlo. tomamos un café y me contás.

un beso.

mega dijo...

me copó este debret super loco. no hay que temerle a la puteada. seguí así.