14.11.07

love story *47


los muertos disimulan

I
Te miré, vos me miraste. No dije nada. ¿Qué iba a decir? Vos sí dijiste algo, no me acuerdo qué. Tal vez era muy importante. Todavía no llorabas.

II
Había que descuartizar un cuerpo, dividir las partes, hacerlo desaparecer y repartirnos lo que todavía pudiese servir para algo. Teníamos toda la noche. Pero yo estaba impaciente, me quería ir. ¿Era necesario todo esto?¿había que acometer semejante ceremonia?¿teníamos que hundirnos tanto en la mugre - en las cenizas -? Yo tenía una camisa nueva. No quería que se me salpicara de sangre. No me gusta lavar la ropa. Si algo se ensucia, lo doy por perdido. Y esta camisa me gustaba (tal vez porque era nueva). Sea como fuese, no quería perderla.

III
Me acerqué a la puerta. Me clavaste los ojos, y pusiste una mueca. Ibas a llorar. Ya lo sé, te conozco demasiado. Esa es la mueca que ponés antes de llorar. Ibas a llorar y a tirarme encima cada lágrima. Yo tendría que comparecer ante el ritual del llanto, consolarte de mí. Me hice el tonto y me agaché. Me desaté un cordón del zapato, y me lo volví a atar. Para cuando me paré ya te habías compuesto. Me pasaste un hacha. Vos sacasate un cuchillo de la cartera. Me acuerdo de que me pregunté: ¿por qué está todo manchado de sangre? Pensaba que era tu primera vez, te dije. Ni siquiera me miraste.

IV
Yo le sostenía las piernas, vos serruchabas. Salvo los huesos que astillaban, silencio. Te miré, ahí agachada, toda cubierta de sangre, tan concentrada en despedazar un muerto. Estabas tan sexy. De repente, me dijiste: vas a escribir todo esto. En algún momento vas a escribir estas cosas. Toda tu literatura es morbo y necrofilia. Traté de recordar esas palabras que dijiste. Me pareció que en algún punto harían un buen cuento. Pero en el momento no las pude anotar - sentí que sería una descortesía - y ahora creo que las perdí, y entonces tengo que sustituirlas con ficciones. Está bien. Después de todo, todo es así.

V
Mientras trabajábamos entraron a la habitación – de a uno – el lechero, el portero, dos vecinos, el gato, dos amigos tuyos, Gabriela, mi primo, tu madre, el delivery de empanadas, etc.

Yo pensé: vamos a tener que matarlos a todos; no puede quedar rastro. Y mirando esas cosas que pensaba, dije: esto va a ser un enchastre.
Sí, me dijiste. Va a ser una hoguera lenta.
Tenemos toda la noche.
///
dibujo: boceto de Edvard Munch; Cavadores

5 comentarios:

Naturaleza desenfrenada (......) dijo...

Después de tanto tiempo.... : que alivio, que hermosura, que seducción de tus palabras....que placentero volver a leerte.
P/D: Hombrecito, que manera de estremecerme!!!

laveron dijo...

¿no te asustas cuándo escribís estas cosas?
jajajaja...
qué grande Debret!

Anónimo dijo...

Otra manera de abordar el abismo de la muerte, Debret Viana.

Escribir entrando aun cuadro, al de Munch, en este caso, te dotó de su mirada.


Un gran salute.

Lidia Gaytán dijo...

Me gustan esas historias, así algo macabras, algo frías.

Saludos,

Anónimo dijo...

Me encantaron tus palabras, me recuerdan a algo.
Tu historia es macabra en todos sus caminos, con diálogos tan surrealistas que nos terminan resultando familiares..
Te felicito Debret. Una vez más superaste la realidad con ficciones, como vos decís.