30.9.05


Para mí, la vida es como una posada del camino, donde debo demorarme hasta que llegue la diligencia del abismo. Ignoro dónde me llevará, porque no sé nada. Podría considerar esa posada como una prisión, pues estoy obligado a aguardar en ella; podría considerarla un sitio propicio para la sociabilidad, porque en ella me encuentro con otros. (...) Me siento a la puerta y embebo mis ojos y oídos en los colores y sonidos del paisaje, y canto lento, para mí solo, vagos cantos que compongo mientras espero.
Sobre todos caerá la noche y arribará la diligencia. Disfruto de la brisa que me dan y del alma que me dieron para ello, y no pregunto más, ni busco. Si cuanto dejé escrito en el libro de los viajeros puede, releído un día por otros, entretenerlos también en la travesía, estará bien. Si no lo leyeran ni los entretuviera, estará bien de todos modos.

Fernando Pessoa
última parte del primer fragmento del Libro del desasosiego

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