Estoy en la cama, a oscuras. En la mesa de luz el celular que es también mi despertador. Y un libro de Roth que acabo de terminar. "the dying animal". Abrumador. Tanto, que en lugar de dormir, escribo esto. Y esto es poco, y casi nada. Porque aun no tengo lenguaje para digerirlo. Es Bello y es duro. Roth es quien mejor repone lo real. A mi lo real no me interesa. Pero está ahí, es importante. (dudé en poner importante entre comillas.) Roth dice lo real desde adentro. No sé si entiende las cosas. Pero al menos pasa por los problemas y detalles de la existencia. De esta existencia. Hoy. Acá. Y sus encrucijadas irresolubles. Ahora anidó una angustia en mi pecho. No sé si es una angustia nueva. Creo que venía cargandola hace mucho. Pero de soslayo. Era un murmullo nocturno que atribuía a una gotera, o al viento en la persiana, o al pelotudo de mi vecino de arriba, que frecuenta la producción de sonidos excéntricos a deshoras. Ahora la pena tiene carne. Y esa historia (pequeña, como toda historia verdadera) vive en mi. Sé que pensaré en ella, tantas veces más.
Ahora me queda ver la película.
-- Desde iPhone
2 comentarios:
Voy a romper el silencio, pero espero que sin molestar.
Acá estoy yo leyendo lo que escribís...Inevitablemente siento una mezcla de cosas. Trataré de ponerle nombre aunque en el intento siento que no llego a definir bien.
Te veo como un hombre solitario, muy sensible, misterioso. No sé porque pero parecería que la realidad te defrauda siempre, ni el amor logra persuadirte.
Sos como una especie de Descartes exitencialista.
supongo que la mayoría de las cosas que decís son halagos, y aun así estoy de acuerdo con la mayoría.
lo de misterioso, sin embargo, tiene más que ver con a mirada que se posa sobre mí (sobre mi yo ilusorio: aquel que se infiere de la escritura) que sobre mí mismo.
la realidad, es cierto, es incesantemente un fraude. escribir es, en este sentido, un refugio.
saludos.
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