5.8.09

remembering The Tempest


¿Y si en verdad lo de Próspero es todo una fachada, y Shakespeare se encarnó a sí mismo en Ariel? Un ser extraño y etéreo, forzado a perpetrar ilusiones teatrales a modo de deuda para con un poderoso señor (lleno de libros y trucos, pero sin la chispa de la magia) que lo habría liberado y esclavizado. En el momento en que Ariel salda su deuda, desaparece. Deja, como señuelo, a Próspero en el centro del escenario, un viejo decrépito que se manda la parte, y perpetúa la circulación de los enigmas, para así, leve y hermético, poder huir tranquilo, sin que nadie lo persiga, ni sospeche nada (y se mantenga la ilusión infantil de que tales dotes son terrenales, y moran en los libros).

3 comentarios:

MAR dijo...

siempre podremos soñar sobre el silencio de shakespeare.

Dick Alfredo dijo...

quizas, quizas. es tentadora la idea de próspero como señuelo. casi como shakespeare también pudo serlo, quien sabe de marlowe, de bacon, o de una fuerza ininteligible y magnánima.

luzzzz dijo...

ay shakespeare, cuantas interpretaciones para un solo cadáver...