25.1.12

Memorias


En el colectivo me quedé mirando un caño. Uno de los tantos que en que las personas se agarran mientras viajan parados. Era de noche, tarde. Éramos pocos en el colectivo y el caño estaba ahí, intacto, sin expresar de ningún modo las millares de impresiones digitales que contenía.

Y es así también el cuerpo, higienizado por la invisibilidad del tacto. Tengo que hacer un esfuerzo para recordarte.

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