25.1.08

i morti non sono piu soli


Estas palabras sueltas sobre la tragedia de un escritor.

Seducido, por una vez, por los encantos de una precisa muchacha – una muchacha naive, tierna, bellísima -. Seducido en la acepción más original y primitiva: sustraído de sí mismo, desviado de las prácticas que configuró como su destino. Se siente encantado por las formas de la muchacha, extraviado en los éxtasis de la lejanía que junto a esta muchacha habita. Librado del mundo en ella – incluso a veces suspendido de los vicios de ser Debret Viana – debiera ser feliz. Sin embargo, toda una fase de sí mismo – una de las fases relegadas – se recluye inhóspita en la oscuridad y ladra, y con su ladrido lo retiene. Lo retiene en la culpa de ser un escritor que no escribe.

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No le sirve (lo intentó) el consuelo de “hoy que hay vida, se vive; mañana, cuando no haya, se escribirá”.
Siente que la escritura no puede ser tan endeble como para depender de una circunstancia tan fortuita como la ausencia de pena.

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Esto lo lleva a otro dilema (acaso el centro de la cuestión): ¿hay que agonizar para escribir? ¿se puede escribir -escribir bien- sino con la agonía? Y si ese fuese el caso, ¿acaso el no está agonizando, más o menos, siempre?

No importa, porque esa muchacha lo distrae de las aguas que bullen en el fondo de los abismos donde él buscaba los reflejos más fétidos del mundo para mojar allí su pluma. (tiene que hacer un movimiento brusco, de mucho esfuerzo, para vislumbrar el perímetro de tristezas que circunda los destellos de la isla que configura, acurrucado, junto a su amante; y aun así no logra un impulso lo suficientemente fuerte como para sostenerse frente a la hoja) Frágil, herido por la nostalgia de la música que mana del silencio del cuerpo de su amante, se aparta de la marejada rumiante de palabras aletargadas en el paladar de la existencia, y marcha tras los signos de la muchacha, o yace, pequeñísimo, abrazando las cosas que ella tocó, buscando respirar de ella, al menos, su ausencia. (encriptado, tal vez, en la memoria de los objetos movidos, los signos desvelados por su tacto leve, su mirada táctil, su ausencia después).

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Es que, ¿a quién le importa? Le da pudor. Detesta los discos de los músicos que encontraron el amor y cuentan lo bien que andan, y como tener hijos les dio sentido a sus vidas. Siempre es mala música (si alguien no la está pasando horrible, que tenga la decencia de no decirlo, o, al menos que no contamine la cultura con confesiones banales).

Además, el sentido…
Recuerda que Pasolini decía sobre el cine:
“es absolutamente necesario morir, porque, mientras estamos vivos, carecemos de sentido, y el lenguaje de nuestra vida (con el que nos expresamos, y al que, por lo tanto, atribuimos la máxima importancia) es intraducible: un caso de posibilidades, una búsqueda de relaciones y de significados sin solución de continuidad. La muerte realiza un rapidísimo montaje de nuestra vida: o sea selecciona sus momentos verdaderamente significativos (inmodificables ya por otros posibles momentos contrarios o incoherentes), y los ordena sucesivamente, haciendo de nuestro presente, infinito, inestable e incierto, y por lo tanto, lingüísticamente no descriptible, un pasado claro, estable, cierto y, por lo tanto, lingüísticamente bien descriptible (precisamente en el ámbito de una Semiología General). Sólo gracias a la muerte, nuestra vida sirve para explicarnos. (...) Después de la muerte ya no existe esa continuidad de la vida, pero existe su significado. O ser inmortales e inexpresivos o expresarse y morir.


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Habría que preguntarse: ¿tendrá la literatura (el ansia de literatura, la necesidad de literatura) el suficiente poder como para revertir, o, cuanto menos, sabotear este feliz estado de afasia?

Nosenose

Pero yo no creo que alcance usar los recursos de la literatura – su discurso – para delatar esta trama, para sublimar las venganzas por venir.

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Aunque, claro, fue necesaria la tercera persona para decir estas cosas.



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4 comentarios:

Anónimo dijo...

es verdad que sucede, como un crimen en cadena, los escritores caen si tienen a alguien que les sujetan.
Cuídese.

Dimasydiretes.

laveron dijo...

"¿tendrá la literatura (el ansia de literatura, la necesidad de literatura) el suficiente poder como para revertir, o, cuanto menos, sabotear este feliz estado de afasia?"


me ha dejado en una paradoja...dejarlo en devenir(redundancia) es lo mejor. además, con lágrimas en los ojos (mirando posible futuro, POSIBLE-repito-)no se puede escribir por la refracción del agua en la pupila. cuando se evaporan, la que escribe es la nube.

Anónimo dijo...

vengo volando con dos bolsas de silencio que me han traido, barrenado el cielo, las arrojo en tu playa, junto con un beso rojo.

UNA MUJER

drfloyd dijo...

Bien cursi salio la tercera persona. Mejor seria que leyera a Withman, por ejemplo.