La palabra es t i e m p o
Me ocurre estar atravesado de algunas paredes, querer callar y tener que decirlo. Para callarme aquí, debo decir que me callo. Básteme para mis horas diurnas mantenerme dentro mío; pero callar en estas páginas es tarea tanto más ardua. He dicho ya: lo que hay entre texto y texto es mi vida: no el silencio; al contrario: el barullo disperso, pluriforme que va tejiendo la unidad desfasada y circunstancial de mi vida. Me veo en particular situación: el manto de silencio que habrá de redimirme, en el que me es preciso hundir mis máscaras, debe expresarse: debo darlo de alguna manera (innombrable, no puede quedar innombrado). Pienso, y decido que no pueden ser mis palabras las que lo exhiban (por el máximo oprobio socrático, el texto tendría por cuna la torpeza de lo ilegible). Busco, en la alta biblioteca, un libro, unas palabras, de Maurice Maeterlinck. De la cadencia de su prosa está hecha el agua de mi silencio. En cambio, he urdido un accidentado recorte -cutypaste-: solo en tempestad se refugian mis heridas. Sé que no traicionará ni la verdad, ni el decoro, que podré callar, gritar mi silencio con la garganta ardiente, y aun no haber dicho nada, no haber dejado nada más que un murmullo de viento entre hojas secas, que declinan al otoño.
La palabra,
La palabra el arte de ahogar, de suspender el pensamiento
La palabra es tiempo
el silencio
eternidad
No hay que creer que la palabra sirva
jamás
para las verdaderas comunicaciones entre los seres
desde el momento en que verdaderamente tenemos
algo
que decirnos,
nos vemos obligados
a
callar.
No hablamos
más
que las horas
que no vivimos.
Es peligroso callar
frente a alguien
que no se quiere conocer
o que no se ama.
el silencio de varios,
el silencio
multiplicado
y sobre todo
el silencio
de una multitud
es una carga
sobrenatural
cuyo inexplicable peso temen
las almas más fuertes.
Recordá
el día
en que encontraste sin terror tu primer silencio. La hora
espantosa
había sonado, y él venía
al encuentro de tu alma.
Lo viste subir
de los abismos de la vida
de que no se habla,
y de las profundidades del mar interior
de belleza o de horror,
y no huiste... Era a un regreso,
en el momento de una partida,
en el curso
de una grande alegría,
al lado de un muerto
o al borde mismo
de una desgracia.
Todas las verdades dormidas despertaron.
Cuando los labios duermen,
las almas despiertan,
y empiezan a obrar.
"no nos conocemos
-dijo- no nos hemos atrevido
a callar juntos"
y tenía razón
y se fue,
y tenia razón:
su partida tenía razón.
Si todas las palabras se parecen
todos los silencios difieren.
Dos almas admirables
y de igual fuerza
pueden crear un silencio hostil,
desencontrarse eternamente;
y se harán
en las tinieblas
una guerra sin tregua,
mientras que
el alma de un presidiario
vendrá a callar
divinamente
con el alma de una virgen.
Así te pierdo.
No se sabe nada de antemano,
y todo pasa
en un cielo
que nunca previene;
por esto
los seres
que más se aman
postergan con frecuencia
el mayor tiempo posible
la solemne entrada
del gran revelador de las profundidades del alma.
Su silencio valdrá
lo que valen los dioses que encierra.
Esa verdad
no hemos podido entreverla,
sino en silencio.
Las palabras que pronunciamos no tienen sentido
sino gracias al silencio
en que se bañan.
La palabra es tiempo
....
....
tiempo
...
..
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