"Asi, del mismo modo, no querer trasponer los velos que te vuelven una ninfa nívea en las noches distantes donde a través de una ventana se vislumbran entrecortados los pliegues de una magia tontísima y encantadora, porque un paso en la dirección de tu verdad es claudicar todas mis apariencias, babélicas y felices, en la pedestre sentencia de mi realidad - en la que yo muero de frío, y soy un espectáculo francamente aburrido. Es necesario que pague con el peaje de mis máscaras. Sin ellas, valgo tan poco. En el privilegio de soñarte, es imperativo perderte. No es que vos no estés a la altura de mi sueño (tampoco sueño tan alto, pura literatura); es que yo no lo estoy: y si me acerco habré de dañarte también, y de herirte (porque ese es el destino de la belleza: ser aniquilada porque nunca se le puede devolver lo que da). Amar es tan mezquino: no desearte el bien, sino ser yo el único proveedor de tu dicha. Mientras tomás un café para soportar los libros de la facultad, o viajás en auto con la ventanilla baja, o suspirás en un momento cualquiera sin saber por qué, yo practico preservarte de mí."
fragmento de "formas de urdir distancia entre el objeto amado y su destino tristísimo"