Tanto me están gustando algunos coqueteos del lenguaje que me estoy olvidando de la poesía grave que brota de las noches que arden lo que nadie camina, lo que calla la nieve, lo insepulto de mi muerte, lo que vaga torpemente como una blanca bolsa de plástico en el viento, lo que no llega a ninguna parte, lo que arañan los espejos, lo que pesa bajo los párpados, en la espalda, en el cuello cuando por el chirrido del despertador la mañana nació sobre mí para aplastarme y es como diminutos dientes en un lento desplazamiento, y no, no puedo olvidar las arañas hechas de melancolías - mías, de otros, de los que se fueron, los huecos - caminando por la habitación, multiplicándose se posan sobre muebles, libros, ausencias, y me las quitan; y la bruma gris que despido con mi tos de antiguo difunto. Tanto me están gustando algunos coqueteos del lenguaje que demoro mi vida llorándole a puertas y puertos, y amanezco cuando muere la tarde con las rodillas fruncidas de tanto trabajar el verbo. Me he llenado de adjetivos para malcomprender mi pena.
Pero no hice de mi vida ni la excusa de una frase.
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Después de no haber dormido en toda la noche, la mañana fue como una sensación, más un movimiento en mi ánimo que en el día, o la disposición de las sombras. Enloquecidas por el resplandor, no pude quedarme con las cosas que había reunido durante la noche. Todos los murmullos se me deshicieron en las manos. Eran animalitos feroces; me lastimaban pero me divertían. Eran las llagas que me avisaban que estaba vivo. Eran palabras.
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Tal vez yo no estaba preparado para tanta claridad. Y ahora no tengo nada para decir; y estoy solo y conmigo. Pero el día trae su ajetreo y su barullo, y me distrae de saberlo.
2 comentarios:
Hola, me halago mucho tu comentario en mi blog.. no necesitas mi permiso para linkear, la palabra es libre , yo hare lo mismo con el tuyo por que me encanta.
saludos desde Venezuela
entonces estarás en mi lista. saludos.
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