30.6.06

civilización (máscaras)

Me tocó en suerte una época extraña. Cuando es tarde, y entro en una habitación donde hay gente, en lugar de decir "Quisiera morir", hago un gesto civilizado, y digo "Buenas noches".

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27.6.06

cómo se escribe un diario íntimo

"
Puedo salvar el Diario con la sola condición de trabajarlo a muerte, hasta el fondo de la fatiga extrema, como un Texto más o menos imposible: trabajo al término del cual es muy posible que el Diario así llevado ya no se parezca en absoluto a un Diario.
"

Délibération;
Barthes

24.6.06

arritmia (La Histeria)

No. Nadie habrá de salvarme. Nadie interrumpirá mi contacto exacerbado con lo más pulido de mi angustia: he descubierto cómo ocultarla; cómo hacerla desaparecer ante su misma apariencia - justamente: con la puesta en escena de sí misma -. Me bastó recordar la carta robada de Poe: sencillamente no tengo que fingir nada, sublimar nada, codificar nada. Hay que enfatizar sus muecas. Si mantengo mi cara demacrada, mis ropas vencidas, la mirada triste y cansina y todo el repertorio de gestos que denotan mi condición de desamparado (homeless íntimo), nadie podrá creerme (están demasiado acostumbrados - encandilados -al espectáculo como para desentrañarlo - despertar -), y estaré a salvo de la caridad ajena.
Estoy, después de todo, hecho una caricatura: ¿quién me tomaría en serio? En el mundo, todo lo que no es pose - pornografía, hiperviolencia - es inverosímil: las expresiones más humanas del hombre no llegamos a creerlas (el homicidio, la soledad, el miedo que desfigura, la traición elaborada, el hastío de las horas idénticas, etc). Vivimos en una burbuja precaria donde la escena se limita a ciertas performances prefijadas. Todo lo que desborde esos moldes no será asimilado más que por el desconcierto, la sorpresa, y catalogado de inmediato como otredad; pero no por eso todos esos residuos (los detritus del simulacro de la vida) que el ojo adiestrado desaprendió a distinguir dejan de ser LA verdad: lo que tenemos de cierto – todavía-, de inalienado . Como yo vivo en la verdad (la verdad kafkiana), no soy recuperable. De tanto insistir se me han torcido las vértebras hasta volverme incapaz de seguir el ritmo del cotidiano.

*

Y si todo esto no bastase - mi absoluta descabellada sinceridad para tornarme incomprensible, extraviado -, tengo este diario. La perseverancia en la escritura me asemeja progresivamente a un monstruo. Pero también desplaza a la verdad - la destierra -, y la transforma en ficción. La ficción justifica todo, lo exonera todo (ser ficticio es una de las formas de la redención). La ficción irrealiza todo este conflicto - lo estetiza, lo diluye -: vincula todo lo que estos textos exhiben - toda la mugre, toda la desolación - a una música vertida de mi imaginación: la imaginacón violenta, lasciva, única (!) del autor, el artista (que vive en la tensión de una eterna batalla: domina o es dominado por lo que crea; o crea los nombres con los que señala y organiza las potencias intangibles que lo dominan). Aunque gritase que todo (Todo, TODO) es cierto, nunca me creerían. ¿Cuánto demora mi prosa, mi cada palabra vertida en volverse una pieza ronca del museo de las ficciones estériles; sonido roto disperso entre los vientos? Estoy a salvo.

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the cure - this is a lie

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the cure


music song lyrics

20.6.06

the shapes beyond reason are devouring, are devouring




The woods are lovely, dark and deep,
but i have promises to keep,
and miles to go before I sleep,
and miles to go before I sleep.

Robert Frost
***

17.6.06

exactitud de los espejos abruptos

Llovía. Salí a la calle a sentir las gotas. Heladas. En un charco busqué mi reflejo, acribillado por las gotas de agua - violentas, grises -. Era como un espejo roto; un espejo improvisado rompiendose infinitamente, astillándose sin llegar a quebrarse. Pensé: mi biografía.

14.6.06

paralelamente

haikus nuevos en Las aguas etéreas;

como, por ejemplo:



...
.
todo delira
impunemente. Kafka
nos está soñando.
.
...
elo


y fotos nuevas en Anatomía de los pasos solo

como, por ejemplo:



*
porque hay vida fuera de Infimos Urbanos.
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y, para finalizar el combo estético, al mismo precio agregamos este tema de Debret Viana, intitulado "Buuu" (en homenaje al gran William Buuuu)



buuu.WAV
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*

12.6.06

intimacy




dar lástima



Distraídamente releo algunos fragmentos de este diario (más que nada porque me sorprende que lleve tantas hojas, que nada se resuelva) y me parece vislumbrar algo como una trama oculta, y un tanto perversa. Los fragmentos, de una manera u otra, exhiben un dolor, un desacomodo, una anomalía, y, a través de estas cosas, yo (este personaje que me volví que dice <yo> en estas páginas) pretendo rotularme inocente, como si la puesta en escena de mi congoja fuera suficiente para evidenciar que este dolor es injusto, que soy (que ese que escribe es) víctima (del destino, de D., de mi sensibilidad, del discurso amoroso, del pasado, de los otros, de lo demás, de la organización sentimental del mundo; en fin: de algo, de todo).

Me pregunto: sufrir, decir me duele, ¿significa siempre dar lástima?

No lo sé: tal vez haya que sufrir, pero no utilizar el lenguaje para comunicarlo. Tal vez haya que no decirlo nunca, o decirlo rebuscadamente. No dejarle otra alternativa al otro más que ver que sufrimos, pero siempre poder decir yo no dije nada.

No lo sé. En todo caso, Nietzsche me delata (hay que “frustrar al dolor de su inocencia)”.

*

del fragmento autobiográfico


Por algún motivo, me contenta desenmascarar ese propósito secreto que lentamente iba perpetrando mi escritura. Bien sé que he elegido un instrumento complejo, sinuoso: es mediante la escritura que abro mi pasado, mi alma. Sé que no puedo dominarlo: que me ofrece la apariencia de que soy yo el que lo está usando. Sé que tengo que cuidarme mucho: cuidarme de (como ahora) no estar diciendo otras cosas que las que quise, cuidarme de no falsear, cuidarme de no mentir (es decir, de mentir bien), cuidarme de decir una verdad relativa, una verdad que no me destruya, cuidarme - sobre todo - de que todas estas palabras no se vuelvan, de repente, literatura.
Tuve que afinar este instrumento, tuve que trabajarlo y extenderlo. Pero hay un punto en que parece que las cosas son más sencillas, que fluyen. Justamente ahí es cuando es preciso estar atento. Si esto fuese ficción, toda traición podría hallar su justificación estética. Como no lo es, tengo que mantener una estricta vigilancia de lo que escribo, y, más que nada, de lo que ya escribí (que enloquece, se combina con otros fragmentos y acaba por engendrar una maquinaria que se volvería contra mí de inmediato, me devoraría). Me resulta cansador: pocas cosas tan arduas como releer episodios hostiles de nuestro pasado, repasarlos una y otra vez. El pasado es caudaloso, pero descreo de su fertilidad. Lo que pueda salir de allí, salvando las ficciones, tienen impresa cierta indignidad.

*

9.6.06

Infimos Urbanos: la administración del deshecho

"
(...) Es una parodia al mismo tiempo que una palinodia del arte y de la historia del arte, una parodia de la cultura por ella misma en forma de venganza, característica de la desilusión radical. Es como si el arte, como si la historia, hicieran sus propios basureros y buscaran su redención en los detritus.
"



Baudrillard
Duelo

6.6.06

el demiurgo




*


El recuerdo azaroso de algunas pequeñas cosas que pasamos juntos me obliga a redimir todo el tiempo compartido. Supongo que tiene que ver con lo defectuoso, casi parapléjico, de mi presente. Veo, con estos ojos hundidos de naufragio, hacia atrás, y las cosas me parecen resplandecer con una luz que mientras ocurrieron no tenían. No importa. La nostalgia es algo que he padecido siempre, incluso mientras las cosas por las que sentía nostalgia todavía estaban conmigo.





*


Pienso: lo que nos unió – alguna vez – fue tan casual, como aquello que nos separó. Hay una magia que no llego a comprender, y es la del absoluto caos al que estamos todos librados. Si sufro, no es tanto por el paso del tiempo, por la ausencia de L., por la cadencia insípida de mis días. Si sufro, es porque anhelo un sentido para las cosas que me pasaron. Con la literatura, ese sentido lo invento. Con mi vida, no. Ni lo encuentro por ningún lado. Tal vez estaba, tal vez mientras yo vivía, el sentido existía, pero cuando retrocedí para buscarlo, como Orfeo, desapareció.

*

Puedo decir: L. no era L. Yo nunca quise a L. sino a una imagen que yo había construido sobre L., un bellísimo fantasma que yo tramé con mis miedos, ansiedades y necesidades, que casualmente reposé sobre el moreno cuerpo de L.
Y si digo esto, ¿qué? ¿Me ayuda? ¿Me sirve? ¿Me exonera, me redime?
Nada.
Si digo esto es la confirmación de mi soledad. No naufragó mi relación con L., naufragó mi relación con el universo. Tejí un espectro a mi medida, y aun así fallé.
Ni siquiera a mí mismo pude amarme.

*

Ni siquiera a esa creación mía pude retener a mi lado. Hasta de mi delirio fui desertado.

*




Como en las últimas líneas de estos versos japoneses (tankas) del siglo IX:

Ni en la realidad
Ni en el sueño
Yo te encontré.


*

El punto es: no importa a través de qué estructura mire mi vida; siempre podré lograr frases desalentadoras, tristes.


***

3.6.06

( )

Debret Viana promete: ni bien organicemos la tristeza, el desamparo, el frío y la melancolía, terminamos la novela.

1.6.06

la nostalgia





Una vez un hombre que había estado relacionado con una mujer le envió, años más tarde, estas palabras:




!Si del pasado
Anudar pudiera el hilo
Y hacer que volviera hoy
El tiempo que fue!




Estas fueron sus palabras, pero es de creer que la mujer no se ocupó más de él.








Cuento XXXII de Los Cuentos de Ise,
de Ariwara No Narihira (siglo X)

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