7.11.07

trompe-l`oeil



silla de Vincent en Arles, 1888



Vincent Van Gogh ardía. Su temperamento, poco proclive a lidiar con la realidad sino melancólica o tortuosamente, agudizaba sus atributos menos concilables con la vigilia. Entraba y salía de hospicios. La apariencia de sus recuperaciones se concluía en un declive cada vez más profundo. Le quedaba poco más de un año de vida. El sentía que se recuperaba, y escribía a su hermano serenamente (tal vez sólo ansiaba tranquilizarlo). Escribió el 9 de junio de 1889: “Ahora el temor a la vida es menor y la melancolía menos acentuada. Pero no tengo voluntad. Fui y sido siendo terriblemente melancólico” . “Siento deseos de trabajar. La enfermedad tal vez haya sido útil en el sentido de que ahora pinto mejor que antes” , y diez días más tarde, dice: “Me va muy bien y el trabajo me ocupa y me distrae”. Durante su internación en Saint Remy, Vincent sufre nuevas recaídas. Escribe en julio de 1889: “Me va muy bien. Te puedes imaginar que después de medio año de un extremo cuidado en la comida, en la bebida y en el tabaco, debo encontrarme mucho más tranquilo”. Escribe en agosto de 1889: “Debes saber que me resulta muy difícil escribir, pues estoy totalmente confundido”.

silla de Debret Viana, buenos aires, 2007.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Van Gogh terminaba el día, y cada día era un cadáver de girasol, un atardecer sin regreso y con un gesto nervioso acababa con toda la medicación y el paisaje que le correspondía. Van Gogh no dormía mucho y, cuando lo hacía, soñaba en blanco y negro. Sabía que algunos árboles tienen esencia de trementina en sus núcleos y que el mar nunca venía a visitarlo.

Debret Viana dijo...

esta muy bien todo eso. su prosa, urahdal, me ha mecido en una serena liviandad de mi mismo. y le agradezco por acercarme ese atisbo de belleza.